A través de un recorrido entre arte y ciencia, este artículo desea contribuir a la comprensión del valor de la biodiversidad agraria proponiendo una comparación entre la realidad actual y la riqueza de las variedades orto-frutícolas pintadas en algunos cuadros que representan los ricos comedores de la familia Medici en Toscana entre los siglos XVII y XVIII.

Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons
Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons

En este periodo vivía en Florencia un pintor (quizá no tan conocido del público como son los nombres de algunos grandes pintores italianos) que, con los retratos de la naturaleza cultivada y culta de las tierras del Gran Ducado de los Medici, nos ha dejado un testimonio vivo de particular interés tanto artístico como científico de la riquísima biodiversidad agrícola producida en la Toscana de la época. Este pintor que nació en Settignano (en los alrededores de Florencia) en 1648 y murió en Florencia en 1729 se llamaba Bartolomeo Bimbi. Con su pericia artística Bimbi fue capaz de describir la botánica de gran cantidad de variedades orto-frutícolas que nos fascinan todavía hoy cuando admiramos su numerosa obra en gran parte expuesta en el Museo de la Naturaleza Muerta en la Villa de Poggio a Caiano (figura 1) pero, también en la sección de botánica del Museo de Ciencias Naturales de Florencia y el museo de Capodimonte de Nápoles.

 

¿Por qué hablar de la biodiversidad del pasado?

La biodiversidad es un tema que discurre a menudo en el debate científico actual y su reducción está parcialmente relacionada con aquellos procesos de homologación que, a escala global, también afectan a la producción agrícola y alimentaria. Muchos de estos recursos es probable que pierdan sus características específicas, que son el resultado tanto de las capacidades conseguidas por las plantas con el tiempo para adaptarse a entornos particulares, y las habilidades y conocimientos con los que durante siglos los agricultores han posibilitado esta adaptación. La observación de la biodiversidad que Bartolomeo Bimbi presenta en sus lienzos, nos lleva a comparar las condiciones de la biodiversidad agrícola actual de modo inevitable, así como también lo es la reflexión sobre los beneficios y las pérdidas causadas por las prácticas agrícolas que, en particular desde la posguerra (Segunda Guerra Mundial) hasta ahora, han seleccionado algunas variedades muy productivas cuya distribución a menudo excede los límites temporales y muchos territorios.

Estas pinturas ofrecen un verdadero catálogo con referencias específicas a los nombres y los lugares de cultivo.

Bartolomeo Bimbi puso su capacidad pictórica a disposición de los deseos de los Medici, sus clientes, de dar a conocer al mundo las extraordinarias producciones agrícolas de las tierras del Gran Ducado de Toscana. Sin embargo, más allá de algunas representaciones que pueden parecer realmente extravagantes, el artista fue capaz de expresar en muchas de sus pinturas no sólo la maravilla escenográfica de frutas y flores, su opulencia teatral, sino también la riqueza de los contenidos botánicos y agronómicos, la exactitud de las formas, de las superficies y aquellos elementos tan íntimamente ligados a la belleza de la campiña toscana. Estas pinturas parecen casi como fotos de frutas y verduras de las cuales el pintor, además de representar, dependiendo de la especie, muchas variedades, también ofrece un verdadero catálogo con referencias específicas a los nombres y los lugares donde se cultiva. Así, con Bimbi podemos sumergirnos en la observación estética y formal de su trabajo, pero al mismo tiempo, es posible que nos beneficiemos de sus precisas clasificaciones pomológicas que aún hoy representan una documentación histórico-científica amplia y fidedigna de lo que se producía en los campos toscanos, durante los siglos XVII y XVIII.

Junto a la observación y la admiración de estas obras, es preciso tener en cuenta la etapa histórica en la que se realizaron.

Indudablemente, junto a la observación y la admiración de estas obras, es preciso tener en cuenta la etapa histórica en la que se realizaron; un periodo que sitúa a Florencia como protagonista de un desarrollo científico y tecnológico excepcional. Éste no estaba separado del papel dinámico que la ciudad y sus Grandes Duques continuaron teniendo también después durante la época dorada del Renacimiento, como promotores y productores de arte y cultura. La época de Cosimo III y de Bartolomeo Bimbi es en definitiva una época en la cual el conocimiento de la naturaleza se integra felizmente con el arte, se hace uso de las técnicas y de las inspiraciones de este último y forma con ella un binomio que ha sido determinante para el desarrollo de las ciencias naturales y, en este caso específico, de la botánica. Las capacidades técnico pictóricas de Bimbi no podían ser ajenas al conocimiento y la pasión que el pintor sentía por las ciencias naturales, bien sea por las relaciones profesionales con Cosimo III de Medici, hombre apasionado de la obra de la naturaleza, o por las relaciones de estrecha colaboración con el botánico de la corte Pier Antonio Micheli que, gracias a esta cooperación existosa de disciplinas diferentes, desempeñó un papel de importancia indiscutible en el hecho de dotar a la botánica la dignidad de ciencia.

Captar el significado de la diversidad y de la belleza, de la abundancia y de la riqueza en la naturaleza de Bartolomeo Bimbi puede ayudar a promover hoy la cultura y la economía de la biodiversidad agraria, un recurso importantísimo para salvaguardar el ambiente y tutelar el paisaje rural: aquel paisaje que no significa únicamente placer estético sino también fuente de bienestar, como demuestra su reciente inclusión por parte del ISTAT (Instituto Italiano de Estadística) entre los indicadores del bienestar.

Sensibilizar a los ciudadanos sobre el papel y la función de la biodiversidad precisa, sin embargo, más esfuerzo colectivo del mundo de la investigación. La biodiversidad agraria es una temática compleja, con amplias y profundas implicaciones económicas, ambientales, sociales y culturales. Ésta necesita, para su tutela, estrategias de innovación científica y tecnológica que sólo la pluralidad de las formas del conocimiento puede volver eficaz y sostenible.

 

Bartolomeo Bimbi
Bartolomeo Bimbi

Bartolomeo Bimbi, una breve biografía

En las silenciosas salas del segundo piso de la villa medicea de Poggio a Caiano se conservan tesoros de un género artístico objeto de la codicia coleccionista de las cortes europeas entre el siglo XVII y el XVIII, el de la naturaleza muerta. Protagonista indiscutible es el florentino Bartolomeo Bimbi. Estimado experto en representaciones realistas, vivió hasta la edad de 82 años junto a tres generaciones de Grandes Duques mediceos. Inició la carrera de pintor autónomo tras la única estancia fuera de Florencia, en Roma (1670), durante la cual se aproximó al estilo de Mario Nuzzi, estilo llamado de las flores [1]. De este último y de la influencia de la pintura flamenca presente en la colección del Gran Príncipe Fernando (uno de sus primeros clientes), Bartolomeo Bimbi alcanzó, al final del siglo XVII, una fusión innovadora entre la erudición y la espectacularidad. Con características propias del Barroco, el pintor presenta flores y frutas raras, aves migratorias, animales excepcionales, como personajes en un escenario, bajo ricos cortinajes como telones teatrales o como verdaderos y auténticos protagonistas retratados e identificados por inscripciones “didácticas” con datos de proveniencia territorial y característica específica. El resultado obtenido por el artista en su rica producción –hay más de cien pinturas conocidas hasta el momento- no sólo tuvo éxito en dar visibilidad a las investigaciones de botánica y zoología promovidas por los Medici sino también proporciona informaciones útiles a los estudiosos actuales.

La naturaleza retratada por Bimbi había tenido un cierto peso en la corte.

Es significativa la síntesis de Berruti (2003) sobre la motivación histórica general del éxito de Bartolomeo Bimbi: tras las peripecias y las conquistas de los siglos precedentes “el Seiscientos representa el triunfo de la naturaleza por un motivo simple: ya seguro de su capacidad y colocándose, por esto, en el centro del universo, el hombre de ese siglo mira la naturaleza con igual importancia” [2]. En un requerimiento de pago fechado en 1723 y enviado a la secretaría de la última Medici, la Electora Palatina Anna Maria Luisa, Bimbi, en la cima de su carrera, declara pintar del natural cuatro cedros de aspecto extravagante y pide una compensación de sesenta liras, el equivalente de meses de trabajo de cualquier operario de la época. Por tanto, se puede deducir que la naturaleza retratada por Bimbi había tenido un cierto peso en la corte. Entre sus numerosas obras, las más significativas son aquellas con referencias al territorio: la tela que representa un enorme “pez reina” ofrecido por la población al Gran Duque Gian Gastone en 1726: en dicha tela, el artista documenta sobre el fondo el paisaje de Ponte a Cappiano (entorno a Fucecchio). El puente, que todavía existe hoy y donde fue capturado el animal, era el puente para el control del agua que mandó construir Cosimo I de Medici en la mitad del siglo XIV [3]. En los casos de singularidades reales, como el ternero recién nacido con dos cabezas, el pintor documenta en primer plano sobre la tela la descripción de la muerte del animal con notas de ternura casi empática. Sin embargo, sus verdaderas obras maestras son los grandes lienzos denominados “frutterie” guardados en Poggio a Caiano, representaciones éstas de todas las especies de frutos cultivados en el Gran Ducado, verdaderos documentos de la biodiversidad presente en la época del Gran Duque Cosimo III y artífice, entre otras cosas, de la denominación de origen controlada del vino [4] además de patrón de esta prestigiosa serie.

Bartolomeo Bimbi, Pere, 1699. Olio su tela. Cornice di Victor Van Crosten. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons
Bartolomeo Bimbi, Pere, 1699. Olio su tela. Cornice di Victor Van Crosten. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons

En lo que respecta a los elementos que distinguen el estilo, se puede decir brevemente que en cada una de las representaciones la naturaleza se representa en modo monumental, desbordante, teatral: cestas y bandejas colmadas de frutas – están bien representadas 115 peras (imagen derecha), por ejemplo, cuyo nombre específico está indicado en cartelas trampantojo. Cada fruto se representa con su consistencia natural con colores cálidos y seductores y contornos de efectos claroscuros embellecidos por el brillo de los ricos viejos marcos de madera tallados y dorados del holandés Victor Crosten. A veces Bimbi usa pinceladas tranquilas y meticulosas, en ocasiones veloz y a grandes manchas, listo siempre para captar el último instante antes que el tiempo pueda transformar el motivo que así se capta en toda su dignidad. Gracias a Bartolomeo Bimbi, que dejó también su autoretrato, actualmente visible en el Corridoio Vasariano [5], tenemos memoria de aquella Florencia viva y culta, una vez más en el centro del progreso científico, de la belleza artística y de la historia humana.

 

Botánica y pintura: clasificación de las frutas por comparación

Hablando de biodiversidad agrícola y de Bartolomeo Bimbi, se debe hablar también del botánico Pier Antonio Micheli que sumergió al pintor en el inmenso trabajo de catalogación del mundo vegetal. El pintor Bimbi, el botánico Micheli y Cosimo III de Medici constituyeron una asociación que no era cosa nueva en la dinastía de los Medici. Muchos de los componentes de la familia habían conjugado el gran interés por el arte y todas sus expresiones con el interés por la naturaleza, las ciencias naturales y la agricultura. Sólo por citar dos ejemplos, el Gran Duque Cosimo I de Medici usó la obra de algunos de los naturalistas más relevantes del siglo XVI como Luca Ghini y Andrea Cesalpino y pintores, entre los que Francesco Bachiacca, el cual nos ha legado imágenes preciosas de plantas y animales, mientras que el Gran Duque Francesco I había utilizado el trabajo del naturalista Ulisse Aldrovandi y la obra artística del pintor Jacopo Ligozzi. En el siglo XVII, con Cosimo III se asistió a la formación de una suerte de troika entre el soberano, el científico y el pintor que juntos fueron capaces de alcanzar una combinación entre arte y ciencia destinada a comprender la naturaleza.

El herbario de Pier Antonio Micheli contiene las plantas recogidas por el botánico en sus peregrinaciones por Italia.

Pier Antonio Micheli fue un gran botánico florentino. Nacido en 1679 con orígenes humildes, fue un autodidacta que gracias a su inteligencia y a la extraordinaria capacidad de observación llegó a ser tan experto  que a los 27 años fue contratado por Cosimo III de Medici como ayudante del cuidador de los jardines botánicos de Pisa y Florencia. Para enriquecer estos jardines Pier Antonio Micheli recogía plantas explorando territorios diferentes no sólo en Toscana sino en toda Italia. De las diversas plantas Micheli conservaba muestras con las que construir un herbario que hoy lleva el nombre de “Herbario Micheli-Targioni” (en una etapa posterior se añadieron la colección de los Targioni Tozzetti, herederos de la colección Micheli). Este herbario, conservado en la sección de botánica del Museo de Historia Natural de Florencia, contiene alrededor de 25,000 muestras. Todo el trabajo del botánico, a saber todas las colecciones y los estudios sobre plantas, la descripción y el análisis de las misma, se recoge en 71 volúmenes de manuscritos conservados en la Biblioteca de Ciencias de la Universidad de Florencia. Micheli publicó dos obras: la más importante fue Nova plantarum genera, en la cual están descritas 900 especies nuevas para la ciencia sobre todo criptógamas y hongos. Fue realizada gracias a Giangastone de Medici en 1729. El herbario de Pier Antonio Micheli contiene las plantas recogidas por el botánico en sus peregrinaciones por Italia y constituye, por esto, un auténtico y propio archivo, no de documentos escritos sino de material vegetal del que el botánico quería estudiar la diversidad. Por ejemplo, Micheli recogió casi mil muestras de encinas (Quercus ilex L.) dando vueltas por los jardines de Florencia, a lo largo de las avenidas de la ciudad. Eso permitía analizar la diferencia en las dimensiones y en forma de las hojas y de los frutos, con los cuales podía poner de manifiesto las variedades. La misma actividad de investigación llegó también hacia alguna planta cultivada como, por ejemplo, el olivo. En su herbario están, de hecho, conservados muchísimos hallazgos en los alrededores de Florencia, descritos a continuación y puestos y comparados con iconografías en el manuscrito nº 23 en los que Micheli cataloga cincuenta variedades de olivo.

Por lo que respecta a las plantas utilizadas en agricultura, en el primer manuscrito que realizó, el nº 25, describe, como indica el mismo título, la “ Lista de todas las frutas que día tras día durante del año se ponen en la Mesa de su Alteza Real del serenísimo Gran Duque de Toscana”, poniendo de manifiesto el profundo interés que alimentaba por las plantas cultivadas.

El interés científico de Micheli encontró la obra del pintor Bartolomeo Bimbi, dando lugar a riquísimas catalogaciones de los productos agrícolas de aquella etapa.

Bartolomeo Bimbi, Fichi, 1696. Olio su tela. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons
Bartolomeo Bimbi, Fichi, 1696. Olio su tela. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Fonte Wikicommons

En la figura de la derecha se ilustra la tela de los higos de Bartolomeo Bimbi: 51 variedades de higos, divididos en “higos septembreros” y “de primera maduración”. En el Manuscrito nº 46 de Micheli hay 91 variedades de higos. ¿Por qué Bimbi cita solo 51? Se debe pensar que mientras Bartolomeo Bimbi pintaba los frutos que los agricultores llevaban y regalaban al Gran Duque Cosimo III, Pier Antonio Micheli exploraba solo la campiña florentina (y otros territorios en torno a la ciudad vecina de Pistoia) recogiendo un número de variedades vegetales mayor de lo que podría hacer el pintor, documentación que está recogida en manuscritos pertenecientes a un decenio posterior a la pintura de Bimbi.

En el caso de las peras, Bartolomeo Bimbi pintó tres ejemplares: uno se conserva en el Museo de la Naturaleza Muerta de Poggio a Caiano, las otras dos se conservan en el museo de Capodimonte de Nápoles. En la pintura de Poggio a Caiano se representan 115 variedades de peras. De la misma manera, Pier Antonio Micheli dedica una parte de sus manuscritos a las peras: 230 variedades, de las cuales 128 fueron pintadas. Una cantidad asombrosa de peras y todas diferentes. Bimbi las había reagrupado por época de maduración y así lo hace también Micheli que, en sus descripciones, por el nombre de la variedad del fruto, ni describía la forma, ni citaba su origen (las plantaciones donde se producían) y reportaba también las propiedades organolépticas, entre ellas por ejemplo el sabor, el tiempo que duran y la capacidad de conservación, haciendo así un verdadero retrato.

Bartolomeo Bimbi, Pesche di Germania, 1703. Olio su tela. Sezione di Botanica del Museo di Scienze Naturali (MSN) dell’Università di Firenze. Fonte MSN
Bartolomeo Bimbi, Pesche di Germania, 1703. Olio su tela. Sezione di Botanica del Museo di Scienze Naturali (MSN) dell’Università di Firenze. Fonte MSN

Sin embargo Bimbi no pinta sólo piezas de fruta, sino también otros vegetales aislados. Por ejemplo, en la imagen de la izquierda  se representan los “albaricoques de Alemania”, de extraordinarias dimensiones. Lo mismo hace Micheli, refiriéndose a los mismos albaricoques como frutas de doscientos gramos cada uno. Por otra parte, en lo que se refiere más a la fruta, una gran parte de los manuscritos de Pier Antonio Micheli se dedica a la descripción y a la historia de las vides que se cultivan en la Toscana. En estos manuscritos se describen 187 variedades distintas de uvas. Una variedad “famosa” de uva es la considerada “Uva de tres veces”, representada también por Bartolomeo Bimbi. No se conoce con certeza el significado del nombre de esta variedad: quizá está ligada al hecho de que los racimos eran tres veces mayores de los corrientes o a que esta variedad fructificase tres veces al año. También en este caso existe una correspondencia entre lo que pintaba Bimbi y lo que archivaba el científico Micheli. En el Museo de la Naturaleza Muerta de Poggio a Caiano se conservan dos tablas de uvas y en ellas se retratan 75 variedades diferentes.

Bartolomeo Bimbi, Bartolomeo Bimbi, Melangoli, limoni e limette, 1715. Olio su tela. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Source Wikipedia
Bartolomeo Bimbi, Bartolomeo Bimbi, Melangoli, limoni e limette, 1715. Olio su tela. Villa medicea di Poggio a Caiano – MIBAC. Source Wikipedia

La imagen de la derecha está dedicada a la famosísima serie de los cítricos. Se trata de una de las cuatro enormes telas que Cosimo III hizo pintar para decorar las cuatro paredes del pabellón de caza de la villa medicea de Topaia a Castello. La tela, de dimensiones gigantescas, representa 116 tipos diferentes de cítricos: naranjas, limones, “lumie” [6] y las famosas “bizzarrie” [7], frutos raros que crecían en los jardines de la época.

Una vez más, en otro manuscrito se encuentra la descripción de Pier Antonio Micheli de aquellas mismas frutas: en este caso, el botánico hace una referencia precisa a las pinturas de Bartolomeo Bimbi, porque describe todas las variedades de cítricos representados en las cuatro telas.

Bartolomeo Bimbi, Cavolfiore e ramolaccio, 1706. Olio su tela. Sezione di Botanica del Museo di Scienze Naturali (MSN) dell’Università di Firenze. Fonte MSN
Bartolomeo Bimbi, Cavolfiore e ramolaccio, 1706. Olio su tela. Sezione di Botanica del Museo di Scienze Naturali (MSN) dell’Università di Firenze. Fonte MSN

Hay por tanto una estrecha relación entre el pintor y el científico. Las descripciones que Micheli hace de los cítricos están acompañadas de ilustraciones que parecen incluso localizar a los de Bartolomeo Bimbi, como si fueran un inventario real. Finalmente, la imagen de la derecha se refiere a la única pintura de Bartolomeo Bimbi en la que se cita a Pier Antonio Micheli. En esta tela se representan una coliflor y una raíz monstruosa de rábano blanco. Como podemos leer en la cartela, Bimbi cita en forma escueta al botánico de la corte Micheli, su estrecho colaborador.

 

Reflexiones sobre la biodiversidad

Mirando la obra de Bartolomeo Bimbi conservada en el Museo de la Naturaleza Muerta de Poggio a Caiano, la primera impresión es de una gran belleza relativamente sobria, si se piensa que se trata de obras de la época barroca. En un segundo tiempo, se capta una sensación de triunfal abundancia, funcional y con  pretensiones de autobombo  propagandística de parte del Gran Duque Cosimo III. Sin embargo, la sensación quizá dominante es el gran sentido de diversidad que señalan estas telas. Sobre este tema vale la pena hacer una reflexión.

La pintura de la época barroca nos ha habituado, como en las obras del mismo Bimbi, a niveles de diversidad aparentemente superior. Esto resulta observando cualquier naturaleza muerta del seiscientos con sus ramos multicolores de flores y frutos variados que a menudo le acompañan. A primera vista, una obra como la gran tela de Bimbi que retrata las peras parecería uniforme. Sin embargo, si se observan los detalles, la diversidad aparece de manera nítida. Si consideramos por ejemplo los fruteros de peras de la pintura conservada en el museo de la Naturaleza Muerta de Poggio a Caiano, en el conjunto confuso de peras se revela, en una mirada más atenta, un complejo variado de formas, colores, dimensiones –y verosímilmente sabores y perfumes (quizá imaginados por el que las observa).  Por tanto, en el interior de una absoluta homogeneidad a nivel de especie (son únicamente peras), en la tela está representada una gran diversidad intraespecífica.

¿Cuál es la situación de la biodiversidad agrícola actual?

¿Cuál es  la situación de la biodiversidad agrícola actual? ¿Cuáles y cuántas variedades de fruta se cultivan hoy? Se puede afirmar que las principales variedades disponibles de peras, por ejemplo, que llegan a nuestras mesas son más o menos una decena, y la mayor parte de estas son variedades recientes, que a menudo se cultivan en lugares muy lejos de aquel donde se consumen. No son en realidad variedades autóctonas seleccionadas, cultivadas y distribuidas en los territorios en que viven los consumidores. De la gran variedad vegetal de las peras cultivadas en la Toscana, documentadas en las pinturas de Bimbi, hoy quedan realmente pocas.

Si se observa la tela, se nota que se representan peras de todas las estaciones. Junto a las peras de agosto, en el gran cuadro de Poggio a Caiano acompañan las peras de junio, de julio y después las de septiembre, octubre y finalmente las invernales que están conservadas en los “fruttai” [8], donde acababan de madurar tras la recogida. De este modo, era posible tener peras durante gran parte del año, comprendidos los periodos fríos. La gran biodiversidad documentada por el pintor y hecha por tanto también de estacionalidad: cada una de las variedades aparecía en una época precisa del año y las distinguía bien contraponiéndolas.

Actualmente no se puede saber en qué estación estamos al ver las frutas expuestas en una frutería.

¿Qué sucede, por el contrario, en la actualidad? No siempre de las frutas expuestas en el muestrario de la frutería es posible saber en qué estación estamos; más bien estamos acostumbrados a tener a disposición más o menos la misma fruta (o verdura) a lo largo de todas las estaciones del año. Pero en general, vivimos en un tiempo en el cual a menudo comemos la misma fruta y las mismas hortalizas en junio y en diciembre; difícilmente llegamos a captar –sobre todo en la ciudad- los síntomas que indican el paso de las estaciones. A menudo se difunden calendarios y tablas que resumen la estacionalidad de los diversos tipos de fruta y de hortalizas para indicar al consumidor cuáles son los productos agrícolas “naturalmente” disponibles en los distintos meses y, por tanto, cuál es el momento más sensato para adquirirlas y comerlas. Una información que parecería, hace no demasiado tiempo, inútil o incluso absurda, puesto que hace pocos decenios la estacionalidad de la fruta formaba parte del bagaje del conocimiento de cualquier persona.

Bimbi acompañaba los retratos frutales con cartelas con el nombre de cada variedad.

La variedad que se observa en la tela que tiene por sujeto las peras, se encuentra también en las pinturas dedicadas a los otros tipos de fruta y comprende también aspectos diferentes. Se observa, por ejemplo, una diversidad individual ligada al aspecto de cada fruta singular que en el pasado podía diferenciarse de los otros por sus dimensiones, forma, más o menos regular, tal vez por algún daño debido a la adversidad o a parásitos; nada que ver con la uniformidad de las frutas que en la actualidad se puede observar en un puesto de fruta en el supermercado. Pero la variedad de fruta retratadas por Bimbi están acompañadas de cartelas en las cuales se reportan los nombres de cada variedad, análogamente a todo lo que hace Micheli en sus escritos; en muchos casos los nombres se refieren a la localidad de donde provienen de la fruta: “susine zuccine di Bologna” (ciruelas), “pere bergamotte bianche di Lunigiana” (peras), “ciliegie duracine di Pomino (cerezas), “fichi rondinini di Borgo S. Sepolcro” (higos), y así sucesivamente. Emerge, por tanto, con evidencia, una especificidad territorial de estas variedades: de hecho, una tipología de fruta ligada a un determinado territorio expresa una historia de adaptación guiada al hombre, en una paciente obra de selección que se desarrolla a través  de los siglos y ha visto implicadas generaciones de agricultores; una historia de variedades que han encontrando en esta localidad condiciones de vida (ambientes, territorios…) ventajosos para su supervivencia. En el curso del tiempo, la modalidad y la técnica de trabajo más adaptada a ese tipo de cultivo, de conservar el producto, las recetas culinarias para degustarlo, han constituido un tesoro de conocimiento que no son sólo una técnica, sino una cultura. Por esta razón se puede decir que en cada variedad agrícola cuenta no sólo el ambiente físico y natural en el cual ha estado seleccionada, sino también la historia y la tradición del ambiente y territorio al que están ligados. Un conglomerado, por tanto, de cultura y pertenencia, de la cual probablemente en su época hubo una fuerte conciencia y que hoy está luchando por recuperarse, al menos para algunas variedades.

Y sin embargo, desde un cierto punto de vista la pérdida de un producto agrícola local y de los aspectos culturales ligados a éste se puede considerar similar a la pérdida de un dialecto o de otras tradiciones nacido y transmitido en el seno de pequeñas comunidades.

Probablemente muchos de los cultivos populares en tiempos de Cosimo III, tendrían características organolépticas que, el día de hoy, no podrían ser apreciadas por el consumidor.

En fin, es posible imaginar que cada una de las diversas maneras de cultivar fruta documentada en las pinturas de Bimbi se caracterizase por sabor, perfume y consistencia diferente; más en general, de diferente agrado para el gusto. Es probable que muchos de los cultivos populares en tiempos de Cosimo III tuvieran características organolépticas que hoy podrían no ser apreciadas por el consumidor, quizá por ser demasiado ásperas, o demasiado duras; o porque necesitaban particulares preparaciones antes de consumirse. Pero ciertamente cada una de ellas se añadiría a la diversidad presente, constituyendo también una preciosa reserva de recursos genéticos qué extraer para seleccionar nuevas variedades. ¿Qué queremos decir con la habitual manzana “Golden” (sólo para dar un ejemplo) que se encuentra todo el año en los puestos de los supermercados de todo el mundo? A lo sumo, que tiene un sabor inofensivo; pero hoy estamos habituados a sabores muy neutros en nuestras comidas- en el caso de sabores es imposible distinguir uno.

Todas estas características – estacionalidad, individualidad, especificidad territorial, atributos sensoriales – concurrían para definir la elevada variedad presente en la época para una misma especie de fruto, que en la actualidad aparece enormemente reducida. Sin embargo, es interesante notar que junto a esta bajísima diversidad intraespecífica se observa actualmente un decidido aumento del número de las especies de frutos disponibles en el mercado, se descubre así una elevada diversidad entre especies (diversidad interespecífica). También, esto es uno de los efectos de aquel complejo fenómeno económico, social y cultural conocido como globalización, que ha recaído también sobre la producción de alimentos y que hace que en gran parte del mundo se comen hoy más o menos los mismo alimentos.

La agricultura que llamaremos por simplicidad “globalizada” responde con grandes aportes de energía, con capacidad de modificar el ambiente.

Resumiendo, se podría decir que a la exigencia de tener fruta en todas las estaciones, en todas las condiciones ambientales y no obstante las posibles adversidades (insectos, enfermedades por hongos y otros parásitos), la agricultura tradicional ha respondido durante siglos con la diversidad. Por las mismas exigencias la agricultura que llamaremos por simplicidad “globalizada” responde en cambio con grandes aportes de energía, con capacidad de modificar el ambiente: transformaciones profundas, fertilizantes sintéticos, cultivos protegidos (invernaderos), uso intensivo de pesticidas y plaguicidas en general, transportes a largas distancias (incluido avión), refrigeración, conservación en atmósfera modificada, y así sucesivamente. Todo esto naturalmente implica costes energéticos, económicos y ambientales mucho mayores, que conviene tener en cuenta. Dicho de otra manera: una vía es la de adaptarse a las dificultades del entorno gracias a la diversidad; la otra es modificar el medio ambiente, volviéndolo artificialmente beneficioso con coste energético.

Una última consideración: en ecología una elevada diversidad de la comunidad se considera síntoma de salud y garantía de estabilidad. La diversidad refleja la capacidad del sistema de alcanzar una condición de equilibrio con la energía del ambiente y constituye un recurso útil para volver a esta condición de equilibrio después de una perturbación externa o daño (la llamada resilencia). Al contrario, una agricultura sin diversidad se caracteriza por una enorme fragilidad, en términos de costes energéticos, económicos y ambientales. Es importante ser consecuentes, lo que implica costes y pérdidas también bajo forma de cultivo y de especificidad de la comunidad y del territorio, comprendidas la variedad y la peculiaridad del paisaje.

Las obras de Bartolomeo Bimbi se conservan en el Museo de la Naturaleza Muerta de Poggio a Caiano; la sección de Botánica del Museo de Historia Natural de la Universidad de Florencia; el Museo de Capodimonte en Nápoles. C2

 

Bibliografía y lugares de visita
  • Baldini E. e Scaramuzzi F. (eds.) “Agrumi, frutta e uve nella Firenze di Bartolomeo Bimbi”, 1982, Firenze, CNR (pp. 9-16).
  • Berruti P. (ed.) “Arte in tavola. Sapori e saperi”, 2003 Edizioni Polistampa.
  • Mazzi G. e Moggi G. “L’erbario di Pier Antonio Micheli: saggio di analisi critica”. Museo. Sci. 7 (pp. 59-98), 1990.
  • Meloni Trkulja S. e Tongiorgi Tomasi L. “Bartolomeo Bimbi. Un pittore di piante e animali alla corte dei Medici”. 1988, Firenze (pp. 1-223).
  • Nepi C. “L’Erbario Micheli-Targioni”, in Raffaelli M. (ed.) “Il Museo di Storia Naturale dell’Università degli Studi di Firenze. II, Le collezioni botaniche”. 2009, Firenze University Press (pp. 84-99).
  • Ragazzini S. “I manoscritti di Pier Antonio Micheli conservati nella biblioteca botanica dell’Università di Firenze”, 1993, Firenze, Giunta regionale toscana – Editora bibliográfica
  • Savoia D. e Strocchi M. L. “Le Belle forme della Natura. La pittura di Bartolomeo Bimbi (1648-1730) tra scienza e ‘maraviglia’”, 2001, Cesena, Abacus Servizi Editoriali-Arbe Industrie Grafiche, Modena, catálogo de la muestra (pp. 1-175).
  • http://www.istat.it/it/misure-del-benessere/le-12-dimensioni-del-benessere/paesaggio-e-patrimonio-culturale
  • http://www.polomusealetoscana.beniculturali.it/index.php?it/187/poggio-a-caiano-po-villa-medicea-di-poggio-a-caiano-e-museo-della-natura-morta
  • http://www2.msn.unifi.it/CMpro-v-p-96.html
  • http://www.museocapodimonte.beniculturali.it/

 

Referencias:
[1] F. S. Baldinucci, Vite di artisti dei secoli XVII-XVIII, 1725-1730, ed. al cuidado de A. Matteoli, Roma 1975
[2] P. Berruti, Arte in tavola. Sapori e saperi, Firenze 2003, p. 14
[3] Museo della Natura Morta catalogo dei dipinti, al cuidado de Stefano Casciu, Livorno 2009, p. 164
[4] 1716; Cfr. Rombai, Pinzani, Squarzanti in Storia del vino in Toscana 2000, pp.121-123
[5] El Corridoio Vasariano une la Gallería degli Uffizi con el Palacio Pitti.
[6] Cítricos similares al limón pero cuyos frutos tienen un saber menos áspero
[7] Cítricos que reúnen características de una especie y características de otra (o más especies) y se interpretan actualmente como quimeras, individuos en los cuales coexisten dos (o más) patrimonios genéticos diversos.
[8]  Los “fruttai” eran dependencias frescas y aireadas (normalmente altillos o desvanes) en los cuales se dejaba madurar la fruta durante el invierno.

 

Versión española

Rosa M. Herrera (UPM)

 

Sobre el autor

Istituto di Biometeorologia del Consiglio Nazionale delle Ricerche e Associazione Culturale Caffescienza
Soprintendenza Speciale del Polo Museale Fiorentino
Sezione di botanica del Museo di Storia Naturale dell’Università degli Studi di Firenze
Dipartimento di Biologia dell’Università degli Studi di Firenze

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