ilcastratoRetrato colectivo, donde Farinelli (centro) posa con el poeta Pietro Metastasio (izquierda), letrista de muchas de sus obras en Madrid.

Un niño, Carlos Broschi, abrió la boca en sus clases de canto y demostró poseer una bella voz, tanto, que su padre temió que la perdiera cuando el niño aumentara su estatura, le saliera barba y la sonoridad de sus cuerdas vocales se agravara.

¿Cómo podría evitarlo? ¿Existiría alguna manera para que, de alguna forma, su hijo dejara de crecer? La respuesta no debió demorar, ni la decisión de tomarla tampoco. Como era la voluntad de su padre, el hermano mayor de Carlo, Ricardo, siguió la voluntad paterna tras su deceso. De un día para otro, Carlo inició un nuevo camino, uno en el que lo reconocerían más tarde como Farinelli.

Hay poca certeza acerca de lo que pensaba Farinelli, pero para ese momento ya no existía vuelta atrás, ya había sido castrado. Su vida tenía un sólo sentido: la música. A su padre no le preocupó la descendencia, pues Ricardo era suficiente para desempeñar esa tarea. Carlo, el segundo hijo, daría a luz por sí mismo a notas musicales con registro de hasta tres octavas. Su hogar serían los escenarios, su familia la colección de instrumentos que acumularía en su vida, arroparía los trajes de sus funciones en las óperas y sus palabras de amor se confundirían en un aria.

Con el tiempo, Farinelli perfeccionó sus técnicas haciéndose popular y bien conocido.

Con el tiempo, Farinelli perfeccionó sus técnicas haciéndose popular y bien conocido. Él subía al escenario maquillado y vestido como una dama para interpretar un papel femenino como lo hacían todos los castrati, y al finalizar bajaba con el sonido de los elogios y los aplausos. Pero, sin el disfraz, sus facciones infantiles no encontraban rumbo al igual que su voz. Farinelli llegó a ser muy alto, pero esas facciones poco se agravaron; tenía las cejas largas y remarcadas, pero la nariz y la boca eran finas.

Tal vez en su infancia no tuvo tiempo de imaginar una familia y otro tipo de vida, de oficio, otra manera de ser hombre, pero, a pesar del sacrificio, Fiedrich Händel no lo consideró para interpretar sus piezas en una ópera de Inglaterra; prefirió a alguien más, alguien con la voz menos aguda. Ese rechazo no molestó a Farinelli, él no era una persona polémica, es posible que fuera en parte por no haberse corrompido con la madurez “normal” que los demás sufrimos. En cambio, el príncipe de Gales lo invitó a pertenecer a otra casa de ópera en donde interpretaría las composiciones de su hermano Ricardo ─sí, el hermano no castrado se hizo compositor

La reina acudió a Farinelli para ver si su canto reanimaba a su esposo…

Farinelli fue tras una nueva etapa de su vida. Un rey había dejado sus obligaciones por una depresión crónica que le hacía sentir la corona pesada: el rey Felipe V de España. La reina acudió a Farinelli para ver si su canto reanimaba a su esposo, lo cual sucedió. Así, se ganó la estima del rey, el título de primer ministro, caballero y se le condecoró con la Cruz de Calatrava; y se dice que su poder y dinero lo utilizó para la beneficencia. De nuevo, no haber pasado por una adolescencia normal parece demostrar que, en Farinelli, no cabía otra intención que seguir su destino.

Sólo podemos esperar que no haya sido rechazado por ser un castrato…

También, en España estuvo enamorado de una mujer con las iniciales S.I.L. Sería romántico tener pruebas de que Farinelli iba por las noches a visitar a S.I.L., pero no hay más pistas ni huellas que lo revelen. Sólo podemos esperar que no haya sido rechazado por ser un castrato, sino porque la mujer estaba casada con un noble, o porque era una niña, o porque era hija única y era vital casarla con una buena familia, o porque Farinelli nunca lo confesó.

A pesar de todo, es posible que haya sido una buena vida, todo revolucionaba en su época, incluso el arte, en el afamado Siglo de las Luces. Farinelli tuvo la gracia de poseer una voz prodigiosa que logró conservar a pesar de que la naturaleza debía actuar sobre él. Quién sabe lo que habría sucedido con este virtuoso de no haber funcionado la castración, pues fue introducido, si no es que arrojado, a una vida que sólo podría llenar con el canto, mas no era algo para arrepentirse en lo absoluto, pues seguro elegiría la misma muerte de su padre, haría que su hermano fuera compositor, elegiría la misma navaja o cuchillo de su castración y reviviría haber cantado para Luis XV de Francia. C2

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1 Comentario

    • Luis Gutiérrez -

    • 4 junio, 2017 / 19:00 pm

    En ópera, los castrati cantaban papeles masculinos, no femeninos. Un castrato alto, Senesino, fue Giulio Cesare y Orlando, entte varios papeles de Händel. Si alguna vez cantaron papeles femeninos pudiera haber sido en algunas iglesias pues la presencia de mujeres en el presbíterio (el área aledaña al altar) estaba estrictamente prohibida,

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