Llora. ¿Cómo voy a pedirte que no lo hagas? Junta mis lágrimas con las tuyas. Maldíceme, que te entiendo aunque no te entienda. De mi fusil no salió la bala que mató a tu hija, pero como si lo hubiera hecho. Desde antes de llegar aquí nos inculcaron el veneno de la insensibilidad. ¿Por qué vinimos? ¿Por qué estamos en este país? Soy un soldado. Y tenemos que luchar contra el terrorismo palestino. Pero te veo. ¿Esta imagen tuya es una victoria sobre qué? ¿Sobre el comunismo? ¿Contra el terror? ¿Así se lucha contra los rojos? ¿Y si no lo eres? ¿El dolor tiene color? ¿La muerte es la única que pinta hombres y mujeres? Somos uno de los países más poderosos de la tierra, con el apoyo de Estados Unidos, pero, ¿hemos avanzado? ¿la barbarie no nos regresa a la dentellada, al hueso vivo?

Cierro los ojos y me veo en tu lugar, cargando a mi muerto, que no es otro que yo mismo. Pero morir duele menos que ver la muerte. La tierra parda bajo mis botas, ahora estéril por la ponzoña que arrojan los aviones, quedará aquí por años. No se irá. ¿Qué hiciste para merecer esto? Habrá miles de respuestas y ninguna verdad. La única, es la sin razón. La naturaleza humana es así, dicen los inhumanos. Es cierto, ustedes no son un ejército, sino un pueblo disperso con armas de juguete, como todos los invadidos. Pero ¿y la niña? ¿qué peligro llevaba en su inocencia? ¿tenía una bomba bajo su falda o enredada en los cabellos? Yo solo sé que lloras su muerte. Yo solo sé que lloro tu dolor y mi tristeza. Desconozco tus dioses. ¿Puedes pedirles a ellos por la salvación de mi alma? El mío, aunque misericordioso, seguramente está volteando para otro lado y no te ha visto. Ni a mí, aunque dicen que somos sus elegidos. ¿Has visto alguno de nuestros dólares donados, prestados o robados? Dicen que creemos en Dios. Me parece que en el fondo, por eso estamos aquí. Los ríos son rojos. Hay días en que no hay noches por el resplandor del fuego. ¿Cómo dormir, después de verte llevar en tus brazos la muerte de tu hija, tu dolor, tus lágrimas, y con ellos mi tristeza? ¿Me arrepiento? ¿De qué? ¿De estar aquí? ¿De no haberme drogado lo suficiente antes del combate? ¿Combate dije? Perdón. Estaba distraído. Se pelea contra individuos armados, no importando el arma. Piedras contra tanques, resorteras contra aviones. Llevamos ventaja. Recibo órdenes. Cada muerto sin importar el uniforme o los harapos me duele, abre un tajo en mi pecho. Cada lágrima tuya es más poderosa que mi fusil. No podré ser el mismo. Solo tengo dos ojos. ¿Y si hubiera mil, millones, miles de millones que vieran lo que veo? No pasaría esto. O quizá sí. ¿Quién decide guerras, soldados, muertos, mutilados? No sé cuánto es mi sufrimiento por ti, por tu hija o por mí. Tú te quedas con los tuyos y sin los tuyos. Yo me voy con mi nadie. Llora por mí. Creo que también he muerto. Abrázame. Ponme al lado de tu hija. No puedo regresar a ser vivo. C2

Pasión Palestina. Franco Santaella 2014
Pasión Palestina. Franco Santaella 2014

 

Sobre el autor

Poeta, dramaturgo y guionista. Cursó estudios de Administración de Empresas (UNITEC), Lengua y Letras Hispánicas (UNAM) y Creación Literaria (UACM) Autor, entre otras obras teatrales, de Guillén de Lampart, representada en México, Estados Unidos y Canadá y traducida al inglés; Escribe que soy Palestino, presentada en México y en árabe en territorios ocupados de Palestina. Ha publicado sus obras poéticas Habrá que Esperar la Lluvia, y Cosecha de Hambre. Es colaborador de Arcano Radio.com en el área de cultura, sección para la que vocaliza, edita y produce una cápsula de 15 minutos semanalmente y guionista de la Secretaría de Cultura para Código DF.

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Poeta, dramaturgo y guionista. Cursó estudios de Administración de Empresas (UNITEC), Lengua y Letras Hispánicas (UNAM) y Creación Literaria (UACM) Autor, entre otras obras teatrales, de...

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