Cuando era niño me regalaron la enciclopedia “Los Quince” (edición italiana de Childcraft) que contenía un volumen titulado “Científicos e inventores”.

Había historias sentimentales acerca de cómo estos científicos (Fleming, Edison…) habían, casi heroicamente, llegado a sus descubrimientos. Un poco al estilo del libro “Corazón: diario de un niño” de Edmondo de Amicis. Recuerdo mi gran impresión al leer cómo los Curie, en su cobertizo, luchando contra al frío y la humedad, vieron finalmente el brillo del radio.

Creo recordar que la única heroína del volumen era Marie Curie, que al final se le conmemoraba por una obra muy femenina (aunque agotadora): agitar algo en un caldero. Sin embargo, hay muchos otros aspectos de su vida que deben ser recordados, especialmente aquellos relacionados con su capacidad para sobrevivir en un mundo profesional completamente masculino que incluso violentó su vida privada.

Maria Sklodowska era una mujer muy fuerte.

Maria Sklodowska era una mujer muy fuerte. Obtiene su diploma a los 15 años; pasa otros ocho dando clases y trabajando como institutriz para pagar los estudios de su hermana en París, y a los 24 años se inscribe en la Sorbona, con el apoyo de su hermana. Por esas fechas, en Polonia las mujeres no podían entrar a la Universidad. Dos años más tarde, en 1893, se gradúa en física y recibe un premio que le permite obtener un grado en matemáticas al año siguiente.

Como todo el mundo sabe, después de un tiempo conoce a Pierre Curie, que le hace espacio en su taller. Luego, Pierre abandona su tema de investigación sobre la piezoelectricidad para dedicarse con ella al estudio de los materiales radioactivos. Ambos ganan el Premio Nobel de Física en 1903. Pierre muere en 1906, atropellado por un coche de caballos y ella, con sangre fría increíble, se hace cargo de su curso después de un mes, continuando desde el punto en el que su marido lo había dejado.

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En la primera Conferencia Solvay, en 1911, se ve a Marie Curie (única mujer) y detrás Einstein y Langevin (al extremo derecho).

Marie Curie había establecido una relación amorosa con Langevin, que había sido alumno de su marido y era menor que ella por cinco años. Se dice que había entrado en gran fascinación por su bigote (que sin embargo, era una característica común en la época, a juzgar por las fotos del congreso).

maricuriPaul Langevin tenía el “defecto” de estar ya casado y con cuatro hijos. Como en las novelas, una vez que fueron amantes, el amorío (que se prolongó durante algún tiempo) es descubierto por la esposa de éste, que hace robar sus cartas en el apartamento que los amantes habían alquilado. En la víspera de la entrega del segundo premio Nobel a Curie, la esposa de Langevin envía la noticia a los periódicos.

La historia no era para ser contada, pues Marie Curie invitó expresamente a Paul al divorcio, pero él no estaba de acuerdo dado que su cuarto hijo nació justo en la víspera del escándalo.

A principios del siglo XX las traiciones y divorcios estaban a la orden del día, aunque en este caso no se trataba de gente común, sino de una científica. Le Petit Journal ofrece una entrevista a la esposa de Langevin, que revela lo que realmente fue considerado escandaloso: que ”la” Curie se dedicaba a las cosas masculinas; tales como los libros, el laboratorio y la gloria.

Einstein, que a menudo ha sido acusado de ser un machista, inmediatamente muestra un fuerte apoyo a su amiga:

No se ría de mí por escribirle sin tener nada cuerdo qué decir. Me encuentro muy enojado ante la forma en que el público cree tener el derecho de involucrarse en sus asuntos y siento que definitivamente debo expresar este sentimiento. Sin embargo, estoy convencido que odia a esa multitud, sea que la respeten con generosidad o que deseen saciar su deseo de sensacionalismo con usted. Me siento en la obligación de decirle lo mucho que admiro su intelecto, su propósito y su honestidad y que me considero afortunado de poder haberla conocido en persona en Bruselas. Todos aquellos que no forman parte de esos reptiles están muy felices, tanto ahora como antes, que personajes como usted y Langevin formen parte de nosotros ya que son personas con las que uno se siente privilegiado de estar en contacto. Si la chusma sigue hablando de usted, simplemente no lea los diarios y déjelos para los reptiles para quienes han sido fabricados.

Mis mejores deseos para usted, Langevin y Perrin.

En ese punto, Arrhenius, en nombre de la Real Academia de Ciencias, escribe una carta a la científica para pedirle que no asista a la ceremonia en Estocolmo, y así no avergonzar al rey que le debe dar la mano a una adúltera:

Todos mis colegas consideran más apropiado que usted no venga a la ceremonia el 10 de diciembre y que permanezca en Francia; no podemos predecir lo que puede ocurrir con motivo de la concesión del premio. Si la Academia hubiese creído en la posibilidad de que la carta en cuestión era genuina, probablemente no le habría concedido el premio hasta después de una demostración plausible de su falsedad. Así que espero que telegrafíe a M. Aurivillius o incluso a mí diciendo que es imposible llegar […] y que enviará una carta para decir que no quiere aceptar el premio antes de una negación pública de las acusaciones en su contra, durante el proceso de Langevin.

Ahora sabemos que el rey Gustavo V de Suecia tenía mucho más que esconder, dado que algunos años más tarde seduciría a un hombre con pasado criminal, que estaba pidiendo un permiso para vender licor en su restaurante. El escándalo, por supuesto, fue silenciado de inmediato.

Sin embargo, Marie Curie no era una mujer que se dejara pisar por un Arrhenius cualquiera (aunque también premio Nobel):

Sería un gran error de mi parte seguir su recomendación. El premio, de hecho, fue concedido por el descubrimiento del radio y el polonio, y creo que no hay conexión entre mi trabajo científico y los acontecimientos de mi vida privada […]. En principio, no puedo admitir que las calumnias de la prensa puedan influir en la apreciación concedida a mi trabajo científico.

Eve,_Marie,_Irene_Curie_1908Ella va a recoger el premio acompañada por su hermana y su primera hija Irène (que luego ganaría su propio premio Nobel).

La historia con Paul termina allí (pues él encuentra después otra amante), pero la relación entre los Curie y los Langevin no cesaría por completo: la nieta de Marie, Hélène (hija de Irène) se casa más tarde con Michel Langevin, nieto de Paul.

Marie Curie muere a los 67 años y su hija Irène a los 59, ambas de leucemia debido a la radioactividad absorbida. Revisando las notas de laboratorio y las descripciones de cómo manejaban las sustancias radiactivas, es de extrañar que hayan sido capaces de llegar a esa edad (e incluso tener hijos).

Cuando se estudian sustancias altamente radioactivas deben tomarse precauciones especiales. Los diferentes objetos utilizados en los laboratorios pronto se convierten en radioactivos.

Hasta la fecha, las notas de Marie Curie no son de libre acceso, ya que son aún demasiado radioactivas. Y por la misma razón, ella está enterrada en el Panteón de París, envuelta en una chaqueta de plomo. Estoy seguro que Marie Curie era una mujer fuerte aun desde el punto de vista genético, pues su otra hija, Eve, murió a los 103 años. C2

Referencias:

Sobre el autor

Departamento de Física y Astronomía en | Website

Estudió física. Enseña física de sistemas complejos y física computacional. Su investigación es sobre sistemas complejos, ciencia cognitiva, psicología, biología y evolución. Es presidente de la asociación de divulgación científica Caffè-Scienza Firenze www.caffescienza.it

POR:

franco.bagnoli@complexworld.net

Estudió física. Enseña física de sistemas complejos y física computacional. Su investigación es sobre sistemas complejos, ciencia cognitiva, psicología, biología y evolución. Es...

2 Comentario

    • Hilda -

    • 11 marzo, 2016 / 12:43 pm

    Interesante ensayo, con aspectos poco conocidos de una brillante científica y admirable mujer.

    • Rosa María Herrera -

    • 9 marzo, 2016 / 03:05 am

    De la Curie, tópico feminista, hay tantas cosas interesantes que decir, y no solo curiosidades de su vida privada, o anécdotas. Pero además hay tantas mujeres que merecen mención, no es la única científica.

    Es un trabajo simpático, Franco.

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