En 1992 asistí a un coloquio impartido por uno de los científicos más célebres que ha tenido México, Marcos Moshinsky. La mayor parte del público presente estaba compuesto por estudiantes de física que asistían a una escuela de verano, en el entonces Centro de Ciencias Físicas de la UNAM (ahora Instituto de Ciencias Físicas).

Marcos Moshinsky
Marcos Moshinsky

Al término de su charla, el Dr. Moshinsky, quien había recibido el premio Príncipe de Asturias unos años atrás, dedicó unos minutos para señalar la importancia de la ciencia en la sociedad. Consciente de que frente a él tenía jóvenes que estaban decidiendo hacer o no una carrera académica-científica, sabía que expresar su punto de vista sobre tal tema podría dejar huella en ellos. El expositor hizo una breve apología sobre la carrera científica y luego enumeró una serie de razones para justificar una dedicación a ésta: gozo intelectual, satisfacción por el descubrimiento, impulso generado por la curiosidad o por la búsqueda de soluciones a problemas sociales, etc. Cuando el Dr. Moshinsky creyó haber enumerado todas las razones que podían mover a una persona a dedicarse a las ciencias, dio por terminada su exposición.

Protestas_Brasil

Desde luego vino un nutrido aplauso y en la sesión de preguntas, un alumno levantó la mano de inmediato. Con más inquietud que inseguridad dio las gracias al afamado físico y preguntó si estudiar ciencias era una buena opción desde el punto de vista salarial. Es decir, quería saber si la decisión de estudiar un posgrado en física le podría dar una remuneración que le permitiera vivir dignamente. Quizá la palabra “dignamente” es un añadido mío, pero estoy seguro que su preocupación era esa. La respuesta del expositor vino después de una pequeña reflexión. Primero le reviró: “¿eres buen estudiante?” Y el aludido respondió con un lacónico: “sí”. Entonces el Dr. Moshinsky dijo: “la respuesta a tu pregunta es muy sencilla”. “El día en que la ciencia no sea una buena opción de trabajo, es porque habremos llegado a una situación en que ninguna otra profesión lo será. Ya no tendremos sociedad. Así que estudiar ciencias es una decisión inteligente y muy acertada, porque la carrera del científico es tan valiosa que las naciones procuran protegerla a toda costa”.

El Dr. Moshinsky ya no vive para corregirme si acaso he añadido o quitado palabras a su respuesta, pero el sentido era ese: darle seguridad a un estudiante que estaba por tomar una decisión trascendental en su vida.

En aquél entonces yo ya había terminado mi doctorado en física y tenía empleo bien remunerado. Sin embargo, la respuesta del Dr. Moshinsky me ha acompañado todos estos años y en más de una ocasión la he repetido a mis propios alumnos.

Recuerdo esas palabras ahora por una noticia reciente que parece, en una primera lectura,  debilitar la certitud de aquellas palabras del Dr. Moshinsky. La noticia nos llega de Brasil y se puede consultar en esta liga:

http://www.jornada.unam.mx/2016/06/14/ciencias/a03a1cie

Sucede que en aquél inmenso país del sur el gobierno del presidente interino Michel Temer, que poco a poco socava la novena economía del mundo, ha decidido fusionar el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación con el ministerio de Telecomunicaciones. Los científicos brasileños, desde luego, han salido a las calles a protestar. Seguramente temen que sus laboratorios sean cerrados, los recursos para adquirir insumos reducidos, o las becas para sus estudiantes afectadas.

¿Tienen derecho los científicos en cualquier parte del mundo, siempre vistos como una comunidad privilegiada y acaso innecesaria en el engranaje de la economía, a elevar la voz cuando se pierde el apoyo del estado y sus intereses son afectados?

Antes de responder, sigamos con el caso de Brasil. El presidente interino Michel Temer ordena, de la noche a la mañana, la desaparición de un ministerio que ha dado a ese país prestigio internacional y logros científicos y tecnológicos de primerísimo nivel. Así que no son intereses comerciales los que se afectan, es el futuro de una nación. No se logra un ahorro, se otorga una humillación y retroceso. De mantenerse las cosas así, la ciencia brasileña se rezagará y eso afectará indudablemente su economía. Temer, un hombre de 75 años casado con una modelo de 32 años, ha tomado una decisión que es típica de los políticos: ¡la ciencia es cara y no sirve para nada!

ciencia_inversion

En el humor brasileño, en cuyos genes seguramente sigue vivo Jorge Amado, una de las consignas en las protestas de los científicos, graciosa y llena de ironía, es: sin ciencia no habría Viagra. ¿Qué sabe el presidente interino del Citrato de Sildenafilo que seguramente toma para tener una vida plena con su joven esposa?, ¿que el elixir vino de Marte y no de los laboratorios de Pfizer?

Sólo las sociedades del primer mundo han aprendido a blindar el presupuesto dedicado a la ciencia ante vaivenes financieros, pues saben bien que ésta es la canasta de los huevos de oro. Y bien que lo saben porque saberlo es lo más elemental que se puede saber. ¿Acaso hay alguna sociedad avanzada con una ciencia rezagada?

En México el presupuesto en ciencia no alcanza ni el 0.5 % del Producto Interno Bruto. Y no sólo es raquítico, sino jamás se le ha protegido de las turbulencias en la economía. En efecto, unos cuantos días después del Brexit (la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea), la hacienda mexicana anunció recortes por 31 mil 750 millones de pesos, de los cuales mil 800 millones recaerán en el Conacyt. Tan rápido se hizo el cálculo de lo que el Brexit implicaría que parece que el recorte ya estaba planeado y requería una excusa. Y nuevamente la ciencia es un sector que se menosprecia sin reparo alguno. Como en Brasil.

¿Estaba el Dr. Moshinsky errado en aquella conferencia donde dijo que estudiar ciencias era una decisión inteligente pues la ciencia era protegida a toda costa? No, no creo que estuviera errado. Pero no hay que esperar a que nuestros políticos, de la noche a la mañana, hagan lo mismo que en otras naciones desarrolladas, debemos ser capaces de enseñarles que blindar el gasto en ciencia es fundamental para abatir el subdesarrollo.

 

 

Sobre el autor

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 3. Investigador titular en | Website

Sus intereses científico/académicos son: biofísica de membranas, fluidos complejos y el origen de las señales nerviosas. Le apasiona la divulgación científica, el arte y la cultura.

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Sus intereses científico/académicos son: biofísica de membranas, fluidos complejos y el origen de las señales nerviosas. Le apasiona la divulgación científica, el arte y la cultura.

1 Comentario

    • Daniela -

    • 22 julio, 2016 / 13:50 pm

    Considero que debido a los movimientos del gobierno mexicano, uno de sus principales objetivos esta siendo el menospreciar la educaciòn en general. Parece considerar que obtendra mas beneficios manteniendo a la poblacion general sumida en la ignorancia, haciendola menos peligrosa para sus propios beneficios y haciendola mas facilmente manipulable. No se dan cuenta aun que eso solo terminara sumiendo al pais en rezago, ignorancia y pobreza.

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