“Si el universo es la respuesta, ¿cúal es la pregunta?”
Lederman & Teresi, 1993

 

Figura 1. Grabado Flammarion. Aparecido en L'Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888), pp. 163. Artista desconocido. El pie de imagen dice: “Un misionero medieval cuenta que había encontrado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encuentran”. Quizá represente a un astrónomo en busca de las leyes del Firmamento.
Figura 1. Grabado Flammarion. Aparecido en L’Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888), pp. 163. Artista desconocido. El pie de imagen dice: “Un misionero medieval cuenta que había encontrado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encuentran”. Quizá represente a un astrónomo en busca de las leyes del Firmamento.

 

Antes de buscar sentido, ¿cuál es el sentido de la búsqueda?

En el Fausto de Goethe (1832), Fausto representa al Hombre poseído por el absoluto, en busca de la corona de la humanidad, en busca de la sabiduría. Y sin embargo ya nos advierte en la primera parte de la tragedia: “Con ardiente afán, ¡ay!, estudié a fondo la filosofía, jurisprudencia, medicina y también, por mi mal, la teología; y heme aquí ahora, pobre loco, tan sabio como antes…” Estamos ya advertidos que pretender alcanzar el absoluto es una quimera, un fuego fatuo. Aún así, esta búsqueda platónica de ideales intangibles, como la verdad, la belleza o lo que es bueno, pero también el amor o la felicidad, la libertad o la justicia, ¿acaso parte de una misma esencia?, es quizá la lucha más noble que el género humano puede llevar a cabo, y a pesar de ser un horizonte que se aleja, el único por el que vale la pena vivir e incluso morir (aunque corramos el riesgo de Ícaro y nuestras alas de cera se derritan al acercarnos al Sol). Vivir persiguiendo un sueño inalcanzable, un horizonte cada vez más lejano… “Devenir Immortel, et puis, mourir” decía el director de cine francés Jean-Luc Godard en su gran película À bout de souffle (1960). Éste es quizá el sentido de la búsqueda; un sueño fáustico, un acto quijotesco.

Figura 2. Grabado del Emblematum liber, Andrea Alciato (1531). Representación de Ícaro, al acercarse demasiado al Sol, este cae.
Figura 2. Grabado del Emblematum liber, Andrea Alciato (1531). Representación de Ícaro, al acercarse demasiado al Sol, éste cae.

Lo que sabemos que no sabemos…

“Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe (nada). Por otra parte, yo, que igualmente no sé (nada), tampoco creo (saber algo)”
(Platón, en la Apología de Sócrates)

La paradoja atribuida al filósofo griego Sócrates (470-399 a. C.): “Sólo sé que no sé nada” es otra advertencia de humildad intelectual ¿Cómo emitir entonces un juicio sobre prácticamente cualquier cosa? Parto así de la premisa de que “todo” es cuestionable y de que una idea genera siempre otra idea opuesta ¡El caso contrario implicaría poseer la Verdad!, y ¿qué es la Verdad?, ya preguntaba Pilatos a Jesús según los textos bíblicos. Dicho esto, quisiera plantear en este espacio una reflexión personal sobre la búsqueda y el sentido de conocer el universo y sus misterios, esto indirectamente quizá nos arroje luz sobre lo que somos, o no somos. Aquí no se pretenden respuestas, es tan sólo una invitación a la reflexión sobre este asunto, sabiendo de antemano no saber nada.

 

¿Qué es el universo y cómo lo estudiamos?

Figura 3. El astrónomo Copérnico (1473-1543) o conversaciones con Dios, por Matejko.
Figura 3. El astrónomo Copérnico (1473-1543) o conversaciones con Dios, por Matejko.

La Astronomía es la ciencia que se dedica al estudio de las leyes (nomos) de los astros y la cosmología del estudio del universo en su conjunto. No es gratuito que el cosmos, que significa orden, se estudie con leyes (físico-matemáticas). En este sentido existe un orden (un cosmos), en contraposición al caos (según el escritor Saramago, en El hombre duplicado, aún el caos sería un orden por descifrar).

Figura 4. M74, una de las cien mil millones de galaxias, verdaderos “Universos Isla” como las llamó el filósofo Kant (1724-1804), a distancias increíblemente lejanas.
Figura 4. M74, una de las cien mil millones de galaxias, verdaderos “Universos Isla” como las llamó el filósofo Kant (1724-1804), a distancias increíblemente lejanas.

El universo es todo, contiene toda la energía y toda la materia: los seres vivos, los planetas, las estrellas, las galaxias… Es el espacio y el tiempo, la totalidad. El universo habría tenido un origen hace unos trece mil ochocientos millones de años y ha venido evolucionando desde entonces. Esto según la teoría “big bang” (gran explosión), término curiosamente acuñado de manera despectiva por uno de sus más famosos opositores, el astrofísico inglés Fred Hoyle (1915-2001), y defensor de la teoría del estado estacionario. Hoy en día, a inicios del siglo XXI, el big bang es la teoría sobre el origen y evolución del universo más aceptada por la comunidad científica. Pero esto no es tan sólo resultado del consenso, la evidencia observacional la respalda: la expansión acelerada del universo, las abundancias de los elementos químicos, y la radiación del fondo cósmico de microondas. Para llegar a estas conclusiones las observaciones astronómicas resultan fundamentales, desde aquellas realizadas por Galileo, Kepler o Newton, hasta Hubble, por mencionar sólo algunos, y estos logros se encuentran ya entre las más grandiosas hazañas de la humanidad.

 

¿Cómo evitar perdernos en esta búsqueda?

“El universo y sus leyes permanecían ocultas en la oscuridad, dijo Dios:
¡Sea Newton! y todo fue luz”
(Alexander Pope).

 

Figura 5. Isaac Newton (1643-1727) por William Blake (1795) se muestra desnudo, al estilo griego, ensimismado. Con un compás, quizá intentando describir la naturaleza a través de leyes matemáticas y las leyes de la física. Éste sería su mayor legado.
Figura 5. Isaac Newton (1643-1727) por William Blake (1795) se muestra desnudo, al estilo griego, ensimismado. Con un compás, quizá intentando describir la naturaleza a través de leyes matemáticas y las leyes de la física. Éste sería su mayor legado.

Verdad y belleza, física y matemáticas, parecen ser el andamiaje, en el sentido de que sostiene y es la base, de lo que observamos. ¡Ningún fenómeno escaparía! Y sin embargo, ¿qué decir del surgimiento de la vida?, ¿qué decir de la conciencia? Pues esto es parte de lo que sabemos muy bien, hasta ahora, ¡que no sabemos!

La ciencia y la razón podrían darnos respuestas, y como una especie de brújula nos indican la dirección hacia el norte para no perder nuestro objetivo: comprender los fenómenos de la naturaleza, es decir, todo aquello que se manifiesta a nuestros sentidos y que suponemos que en principio podemos “medir”, ya sea con ayuda de telescopios, microscopios o colisionadores de partículas, por dar tan sólo algunos ejemplos. Los fenómenos de la naturaleza se describen a través de teorías que siguen leyes físicas, con un lenguaje matemático, corroboradas con observaciones. Y es este nuestro faro para no perdernos en el inmenso océano de la especulación. Pero tampoco debemos olvidar que la ciencia siempre ha sido, es y seguirá siendo como un cuadro inacabado, cuyo contenido es lo que ahora conocemos (o eso creemos…), una obra maestra siempre a la espera de nuevas pinceladas, de nuevo conocimiento ¡Puede incluso llegar a ser necesario volver a pintar el cuadro!, es decir, cambiar el paradigma.

Toca el turno a las nuevas generaciones avanzar, pues así parece funcionar la ciencia. Pero, ¿avanzar a dónde? Por ejemplo: sabemos que no sabemos lo que es la Materia Oscura y la Energía Oscura, sabemos que no sabemos por qué las constantes fundamentales de la naturaleza son las que son, y sabemos que no sabemos “por qué hay algo en lugar de la nada”. Y si bien la lista de lo que sabemos que no sabemos es ya bastante larga, el futuro del quehacer científico está en aquello que no sabemos (siquiera) que no sabemos. ¿Suena a paradoja? No, pues sería algo así como si una mañana en que nos encontrásemos completamente satisfechos con el paradigma científico actual, alguien en alguna parte realizara un descubrimiento del que nadie jamás haya tenido noticia, algo completamente inesperado. ¡Ha ocurrido antes! Entonces una vez más nos daríamos cuenta de nuestra ignorancia, para quizá decirnos: Y heme aquí ahora… ¡No sabía que desconozco lo que ignoro! C2

“Amo a los que sueñan con imposibles.” Goethe

(Figura: El Quijote. Dmitrii Panfilov)
(Figura: El Quijote. Dmitrii Panfilov)

Sobre el autor

  • Joven astrónomo nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, egresado de la Universidad de Guadalajara. Actualmente estudiante de doctorado en Astrofísica en el INAOE, Puebla.

POR:

mau.gglez@gmail.com

Joven astrónomo nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, egresado de la Universidad de Guadalajara. Actualmente estudiante de doctorado en Astrofísica en el INAOE, Puebla.

1 Comentario

    • alejandro latorre -

    • 12 junio, 2018 / 00:54 am

    muy bueno tu articulo, el como desglosas cada misterio inicial y lo expones como una reflexion mas para hacernos concientes una vez mas en que momoento estamos ahora mismo, hacia donde vamos y lo que no debemos olvidar y llevar con nosotros mismos para siempre hasta lo que permita nuestra prolongacion en este universo tan cambiante y tan diverso con tantas cosas nuevas y tanto misterio
    solo para contemplar la gran y aterradora verdad de lo inconmensurable e infinito que puede ser la comprension del todo que aspiramos conocer pero quizas asintoticamente jamas logremos llegar a dicha verdad

    muy buena explicacion y comprension de los diversos temas filosoficos , de astros y de conciencia

    normalmente no se encuentran articulos tan detallados y escritos de tal manera que se convierten en un aperitivo muy llamativo y sabroso para leer en cualquier ambito y para cualquier persona

    saludos .

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