Uniendo varias definiciones de la palabra piedra, esta es una sustancia mineral de elevada consistencia sin forma definida, sólida, compacta e incombustible, poco maleable, que no es terrosa y es insoluble en el agua.

Pero en mi opinión, lo anterior no esclarece nada, me deja una sensación como de vacío, pues me parece que no es una definición digna para las piedras que han resultado ser tan buenas compañeras nuestras. Algo hay en ellas que las hace ser más que solo eso. Se vuelven tan interesantes e imprescindibles para nosotros.

O, es que, ¿habrá acaso alguien que no haya visto o tocado una piedra? No lo creo, ¿quién no ha levantado alguna?, ¿quién, de niño, no jugó con una o la guardó en una caja o en algún rincón secreto de su habitación como si fuera un tesoro? Me surge una pregunta más: si las piedras no son más que algo rígido y sin forma que solo sirven por sus cualidades de conservación y resistencia, ¿por qué hay en todos lados: casas de piedra, dioses de piedra, adornos de piedra, colecciones de piedras, ciudades de piedra, esculturas de piedra, ruinas de piedra, herramientas de piedra, etc.?

Al pensar en piedras inmediatamente vienen a la mente, referentes como la piedra filosofal, que tanto anhelaron encontrar los alquimistas.

Al pensar en piedras inmediatamente vienen a la mente, referentes como la piedra filosofal, que tanto anhelaron encontrar los alquimistas, el mito de Medusa y su famosa mirada petrificante o el nombre de Pedro, cuyo significado es piedra. En realidad son tantas las historias sobre las piedras…
Charles Simic, el poeta de origen serbio, encuentra en ellas una opción cuando dice:

Adentrarme en una piedra
Ese sería mi estilo.
Que otros se conviertan en palomas
O rechinen sus dientes de tigre.
Soy feliz con ser una piedra.

Hay incluso piedras más famosas de lo que muchos hombres soñarían con ser; el poema del Gilgamesh, por ejemplo, tallado en piedra y encontrado en la antigua región de Mesopotamia en la que ya contaban con un sistema de escritura desde por lo menos tres mil años a.C., además de ser la región en la que surgió la civilización más antigua de la humanidad y cuyos primeros asentamientos datan de seis mil años a.C., entre ellos la ciudad de Shurupak, escenario del diluvio universal según sus habitantes y del que ya nos habla el poema mucho antes que la Biblia.
Por otro lado, la poeta Polaca Wislawa Szymborska, intuyó en ellas con gran astucia nuestro destino y prefirió tener una Conversación con la piedra:

—TOCO LA PUERTA DE LA PIEDRA

Soy yo, déjame entrar.
Quiero meterme en ti,
Mirar alrededor.
Tomarte como aliento.

[…]

No puedo esperar dos mil siglos
para estar bajo tu techo.

¿Será que nos gustaría ser capaces de sobrevivir al tiempo como ellas? ¿Por eso las esculpimos con nuestras figuras y rostros como adquiriendo sus atributos?
Tenemos un caso distinto, Ovidio, en su libro La Metamorfosis cuenta el mito de Pigmalión: el hombre que se negaba a casarse con mujer alguna por considerar a todas imperfectas. De manera que comienza a esculpir mujeres de piedra, hasta que un día crea una tan hermosa, que se enamora de ella, y en su idilio comienza a obsequiarle bellos presentes, la arropa, la besa, la recuesta en bellas alfombras e incluso habla con ella día tras día soñando que le responde. Hasta que un día, la diosa Venus, la convierte en una mujer de carne y hueso que se vuelve esposa de Pigmalión.

Rafael Alberti las ve de una forma distinta y las compara con los insensibles:

De piedra, los que no gritan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.

Yo nunca seré de piedra.
Gritaré cuando haga falta.
Reiré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta.

En el pasado también hubo quien sustituyó al hombre por piedras. Este es el caso del emperador chino Kin Shi Huan quien ordena la creación de un ejército de piedra para acompañarlo en su viaje al otro mundo: 7 mil figuras humanas hechas a mano, todas distintas la una de la otra, conocidas como los Guerreros de terracota, enterrados casi 22 siglos. Cabe resaltar que fue el mismo Kin quien ordenó la construcción de la famosa Muralla China, que sobra decir, también es de piedra.

No podemos olvidar la famosa Petra, cuyo nombre –dicho sea de paso– significa piedra. Esta ciudad edomita, que se encuentra en el desierto jordano, fue fundada aproximadamente hacia el año VII a. C. y literalmente fue tallada en piedra.

A veces, si se les observa detenidamente, ¿no pareciera que gozan de vida propia? ¿No nos parece imponente la coraza que llevan fuera y nos intriga lo que hay dentro?

Desde que el hombre es hombre (si es que se puede decir con exactitud cuándo sucedió esto), encontró cobijo debajo de las piedras. Pronto comenzó a elaborar herramientas con ellas y, tiempo después, hasta logró encender fuego con la ayuda de estas. Desde entonces, no nos hemos separado de las piedras.

Pero, entonces ¿qué es lo que vemos en ellas? Cuando observamos esa cosa amorfa y rígida que llamamos piedra, solo estamos observando el objeto sobre el que hemos depositado nuestra fe y nuestras creencias. En  realidad, hemos pasado tanto tiempo al lado de ellas, que inevitablemente les hemos transferido toda nuestra humanidad y al mirarlas, lo que en realidad estamos viendo no es otra cosa que nuestro espejo. Charles Simic también dijo que:

La piedra es un espejo que funciona muy mal. Nada se refleja en ella salvo opacidad. ¿Tu opacidad o su opacidad? ¿Quién lo sabe? En ella suena tu corazón como un grillo negro.

¿Será…? C2

 

 

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