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Heidegger evoca el cuádruple; Deleuze y Guattari mil. Para Badiou, el múltiple juega su papel, al igual que el infinito. Para Hegel la tríada y la operación de lo negativo. Para Irigaray, a veces son dos, y a veces no uno. Para otros el binario. Para otros, el concepto numérico clave es simplemente nada. Solo dos conceptos numéricos son necesarios para Laruelle: el uno y el dual.

Como explica Laruelle, no existe una síntesis o dialéctica del mundo, solo el Uno y sus diversas identidades.  En la inmanencia, Uno ya no distingue entre el Uno y el Múltiple, ya no hay nada más que n = 1, y el Múltiple -sin-todo. No hay ninguna variedad vigilada por un horizonte, en vuelo o en progreso: en todas partes un verdadero caos de determinaciones flotantes o inconsistentes… entre Identidad y Multiplicidad, sin síntesis requiriendo un tercer término.

Hay una taquigrafía fácil para recordar algunas de las figuras ya discutidas. Deleuze es n + 1 . Badiou es n – 1 . Laruelle es n = 1 . Deleuze es el pensador de propagación y repetición, de expresión aditiva (nunca expresión negativa o dialéctica). Para Deleuze, Uno es el producto aditivo de la multiplicidad pura. Por lo tanto, lo pleno es el término ontológico de Deleuze.

Badiou, sin embargo, es un sustractivista. El evento Badiousian nunca se cuenta como parte de la situación; siempre se le resta, como algo aparte del ser. Por lo tanto, el término de Badiou es el vacío, el ausente.

Laruelle, por el contrario, no es ni aditivo ni sustractivo; su operador no es ni más ni menos, sino igual. Laruelle es el gran pensador de la igualdad radical, lo que él llama identidad (del pronombre latino idem que significa lo mismo o lo mismo). Le importa poco el vacío; su término es identidad, la que es radicalmente inmanente e igual sin tener que salir de sí misma.

Si la hermenéutica de la sospecha de Paul Ricoeur enmarcaba la crítica como paranoia, y Deleuze y Guattari pintaban el pensamiento moderno como esquizofrenia, Laruelle presenta la no filosofía como autismo . Al igual que el autista, no somos neuro-normativos en nuestras relaciones con lo real. Los conceptos filosóficos abstractos no ayudan mucho. El Uno está absolutamente excluido de nosotros. En cambio, si avanzamos junto a él, comprometidos con su identidad, aparece una vida que la ciencia puede describir, en última instancia. Si los héroes de Deleuze son Spinoza, Hume y otros filósofos del materialismo radical, Laruelle desciende de una línea diferente, la filosofía autista de Fichte (I = I).

En lugar de solo pensar que el Múltiple es el verdad del Uno, se requiere pensar en el reverso, el Uno es también la verdad del Múltiple.

En este contexto,  la insistencia en un sujeto no unitario perpetúa una variedad más insidiosa de pensamiento dualista. En lugar de solo pensar que el Múltiple es el verdad del Uno, se requiere pensar en el reverso, el Uno es también la verdad del Múltiple. Lo que existe es ahora, todo a la vez, uno y continuo. Deleuze nos dice igualmente diferente; Heidegger igualmente Ser; y Badiou igualmente múltiple. La única manera de entender al ser humano es lo indefinido, lo genérico: igualdad inmanente en el pensamiento. Esto no hace referencia a la distribución o posesión igual o desigual de cualquier cosa (por ejemplo privilegios), tampoco a posesiones menos tangibles como la conciencia o sensibilidad sobre quién tiene qué o cuánto tienen.

Cada pensamiento  contiene un tono característico, un color de pensamiento especial que lo diferencia de los demás a su alrededor. El uso de dicho color reside en la superposición de cada color dentro del espectro de radiación genérico.

La búsqueda de vincular la inmanencia y la política se desarrolla en dos direcciones divergentes: formalización (Badiou) o actualización (Deleuze); es decir, fidelidad radical a los axiomas de verdades y universalidad por un lado, y experimentación activa con resistencias y negociaciones por el otro. Uno prescriptivo y el otro realista. El concepto de vacío de Badieu representa la posibilidad de pensar multiplicidad, por un lado, y novedad, en el otro.

Quienquiera que seamos, necesitamos razones para creer en este mundo. C2

 

Referencias
  • Badieu, Alan (2008). Lógicas de los mundos: el ser y el acontecimiento, Buenos Aires: Manantial.
  • Deleuze, Gilles (1994). Difference and Repetition. Columbia: University Press.
  • Laurelle, Francois (2013). Anti-Badieu. London: Bloomsbury Academic.

Sobre el autor

Investigador y escritor. Ha publicado diversos artículos científicos en revista con referato en Chile, Argentina, Perú, Colombia, México, Nicaragua, España; y poemas en la Revista Nagari, Signum Nous (Estados Unidos) Revista Cultural C (México), Revista Ariadna (España), entre otras y diversos sitios en la Web.

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escalante.gomez@gmail.com

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