Nuestro país está carente de científicos. No nos referimos a los científicos que se dedican de tiempo completo y que tienen publicaciones de alta calidad.

Sumando a todos sin excepción, México cuenta con poco más de 46 mil científicos, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Este valor corresponde a personas que no sólo se han dedicado a estudiar con éxito carreras científicas, sino que han podido mantener al menos una mínima actividad de investigación científica en nuestro país. La cifra es bastante pequeña si consideramos que el Conacyt, desde 1971, ha ofrecido becas para estudios de posgrado a más de 88 mil personas. Muchos de estos becarios no lograron culminar sus posgrados, otros dedicaron su carrera profesional a actividades distintas de la investigación científica o bien encontraron plazas científicas en el extranjero.

Primera conclusión: dar becas para estudios de posgrado no es suficiente para consolidar la carrera científica en México. Habrá que pensar en mejores mecanismos de inclusión de este capital humano altamente calificado en las actividades del país, pues parece que incluso invertir cerca del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) Nacional en ciencia y tecnología no garantiza nada, sobre todo si esta inversión no se hace de manera adecuada.

Brasil tiene un promedio cercano a 700 científicos por cada millón de habitantes, pero México no alcanza ni los 400. 

En el mundo se reporta un total de más de siete millones y medio de científicos de tiempo completo, lo que significa un promedio de alrededor de 1000 científicos por cada millón de habitantes. El 40% de estos científicos está concentrados en Norteamérica y Europa Occidental, con un promedio de unos 4 mil científicos por cada millón de habitantes. Los tres países con mayor concentración de científicos reportados en 2012 son Israel (8,282 por cada millón de habitantes), Finlandia (7,460) y Dinamarca (7,311). La región de Latinoamérica es una de las más pobres en científicos, con un promedio menor a los 500 por cada millón de habitantes. Sin embargo, existen países que superan ligeramente el promedio mundial, como Costa Rica o Argentina. Brasil tiene un promedio cercano a  700 científicos por cada millón de habitantes, pero México no alcanza ni 400.

Segunda conclusión: en nuestro país se necesitan más espacios para que los jóvenes accedan a los estudios universitarios y, en especial, a las carreras científicas. No sólo es necesario despertar estas vocaciones científicas, sino falta una mayor impulso a la educación básica, media superior y superior. El promedio de escolaridad en nuestro país es de apenas 8.5 años, comparado en la región con los promedios de Chile (9.8 años), Argentina (9.8) o Cuba (10.2), mientras que los países con mayor escolaridad suman un promedio de 12.9 años, como Estados Unidos o Alemania.

¿Por qué no convertir a cada mexicano en un ciudadano científico?

No es extraño entonces que en nuestro país no haya una cultura científica; que se tomen decisiones basadas en razones distintas a las del conocimiento; que la población no ejerza su democracia de manera informada; que haya un desinterés generalizado por invertir en ciencia y tecnología; que la falta de una educación de calidad, aún entre los tomadores de decisiones, evite confiar en el aporte de las ciencias a los grandes problemas nacionales y del mundo; que los pocos científicos que hay en México no siempre tengan una reflexión sobre la importancia de su contribución a la sociedad.

Tercera conclusión: los científicos mexicanos estamos dentro de un círculo vicioso del cual necesitamos salir. Nuestra posición privilegiada nos debería dar las herramientas necesarias y la necesidad moral de influir en una mejor educación nacional, aumentar las vocaciones hacia las carreras científicas y contribuir a una cultura científica de toda la población de nuestro país. Una buena meta sería multiplicar por mil el número actual de científicos de México, pero ¿por qué no convertir a cada mexicano en un ciudadano científico? C2

 

Referencias

Sobre el autor

Desde 2004, Rodrigo Patiño es investigador en la Unidad Mérida del Cinvestav. Se interesa por la investigación interdisciplinaria; participa activamente como profesor de programas de posgrado y también en actividades de difusión y divulgación de la ciencia.

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rodrigo.patino@cinvestav.mx

Desde 2004, Rodrigo Patiño es investigador en la Unidad Mérida del Cinvestav. Se interesa por la investigación interdisciplinaria; participa activamente como profesor de programas de...

1 Comentario

    • Marisol Galván Valencia -

    • 12 mayo, 2018 / 15:53 pm

    Excelente reseña de la perspectiva de la investigación en México. Saludos desde Zacatecas.

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