El acto de ver lo que ha sido nos atrapa. La mayoría de nosotros guardamos recuerdos en imágenes, atesoramos fotos de la familia, de los amigos, de momentos importantes, de nuestras mascotas y de objetos preciados; en especial, guardamos fotos de gente que ya no está en la vida.

La inquietud de “tomarse la foto” y crear recuerdos a partir de la imagen, nos ha permitido guardar nuestras memorias en fotografías.

AGN, Luis y Leopoldo Zamora, caja 107, foto 33.
AGN, Luis y Leopoldo Zamora, caja 107, foto 33.

Desde la invención de la fotografía a la fecha, la tecnología ha sorprendido con la creación incesante de distintas cámaras y un sin fin de herramientas fotográficas; lentes de largo alcance, adaptadores para microscopios o telescopios, fotografía digital y uso de filtros, entre otros. Estos avances tecnológicos han facilitado el uso de medios digitales para compartir nuestras imágenes, siendo ya una actividad cotidiana. Pero ¿qué ha pasado con el viejo álbum de la familia? “Sentada en el piso, me observo, sacando de una caja derruida las fotografías que aún conserva mi abuelo; les quito el polvo, una a una, y miro las imágenes color sepia y con olor a viejo”. Las historias que hay en ellas remiten a acontecimientos de épocas pasadas, nos hablan de otro tiempo.

La práctica de digitalizar los antiguos recuerdos, ha permitido conocer nuevos datos sobre el pasado y proteger las fotos originales en archivos especiales. La imagen fotográfica se reconoce como un documento histórico de gran utilidad, acuden a ella especialistas de distintas disciplinas, como historiadores, periodistas, antropólogos, médicos, etc. La foto ya no sólo se ve como ilustración de investigaciones, sino como parte central de ellas, ya que un análisis profundo de la imagen puede revelar rasgos valiosos: técnica utilizada, autor, lugar donde se tomó la foto, personajes importantes, algún tipo de manipulación, etc. La metodología para el análisis de la imagen fotográfica, y las herramientas adecuadas para su conservación han dado pie a discusiones, conferencias e innumerables textos que han enriquecido la manera de ver estos objetos.

A. Casasola, fotógrafo ambulante Inv. 276207
A. Casasola, fotógrafo ambulante Inv. 276207

Si creamos un archivo fotográfico el álbum familiar perdurará, para ello hay que digitalizar los viejos recuerdos, “tomarle foto a la foto”. Una de las ventajas es que las fotografías podrán verse de forma digital para no maltratar las originales. Los conservadores de arte recomiendan guardar las fotos en cajas libres de ácido, separarlas con papeles de las mismas características (los papeles recomendables son: vicksburg, carnival y tiziano), colocarlas de forma horizontal en lugares frescos y lejos de la luz solar, evitar marcas de tinta y contacto entre ellas.

Las fotografías digitalizadas pueden compartirse con la familia.

Nuestros abuelos y familiares recordaran anécdotas de esas imágenes, y tal vez podamos fechar acontecimientos. Las fotos del álbum familiar pueden ser útiles para los especialistas de la imagen, servir para una exposición, o ser parte de un archivo fotográfico.

Actualmente se están rescatando archivos fotográficos en todo el mundo, en México los mas importantes son: el Archivo de los Hermanos Mayo (que se encuentra dentro del Archivo General de la Nación), el de Agustín Casasola, considerado uno de los más importantes de Latinoamérica (ubicado en Pachuca), y el de la Secretaría de Educación Pública (en la Colonia Vallejo). Manuel Álvarez Bravo, Mariana Yampolsky, Agustín Víctor Casasola, Nacho López y Tina Modotti son sólo algunos nombres de quienes retrataron nuestro país en la primera mitad del siglo XX, dejando imágenes bellísimas que ahora se encuentran resguardadas en distintos recintos.

Archivo Casasola,vendedor de judas Inv .5032
Archivo Casasola,vendedor de judas Inv .5032

Por otro lado, muchas de estas imágenes han salido del archivo y prevalecen en la memoria colectiva. Tal es el caso de las “soldaderas” con rebozo y canasta en mano, que se asoman en el ferrocarril; o la imagen de los revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata sentados en la silla presidencial. Hay fotos que han sido estampadas en playeras, revistas, carteles y artículos diversos, pues son más que fotografías; remiten momentos importantes para nosotros, no sólo dan cuenta de la transformación del mundo; también es posible experimentar una sensación de apego al mirarlas. Podemos disfrutar la fotografía de incontables maneras: abrir el álbum de nuestra casa; ver exposiciones, revistas, catálogos, archivos; leer textos sobre el tema… y la imprescindible: ajustar el objetivo, enfocar la imagen y disparar nuestra cámara, o el dispositivo tecnológico a nuestro alcance. C2

Sobre el autor

Facultad de filosofía y letras, UNAM

1 Comentario

    • Elizabeth Salamano -

    • 15 diciembre, 2015 / 11:00 am

    Me gustó el proyecto, la revista y por su peso la idea del libro!… en hora buena y ojalá pueda materializarse ese sueño!….

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