el valor del dinero

La historia de la civilización está escrita con sangre y conocimiento.

Desde que las pequeñas aldeas de agricultores dieron paso a la formación de las Ciudades Estado, su construcción fue acompañada por la conquista de territorios de unos pueblos sobre otros a punta de lanza y dominio económico y político. La constitución del derecho romano y la imposición de un modo de vida no fueron logros democráticos, sino los mecanismos para consolidar el poder sobre bases de respeto y no de temor a las clases gobernantes. Aún hoy podemos ver comunidades enteras de huachicoleros, petroleros y otros vándalos, defendiendo los cotos de poder de líderes empoderados por medio del robo y la violencia, en un claro retroceso hacia esquemas feudales ocasionados por el encogimiento del aparato judicial y la promoción de la corrupción como forma de saqueo.

Dichas tablillas fueron selladas con el cuño de una autoridad con prestigio y reconocimiento que fungía como fedatario y otorgaba seguridad para el buen fin de la operación.

La unificación de la violencia y las leyes en un solo monopolio posibilitó un modelo de organización social como garantía de una vida más próspera y pacífica. Sin embargo, el control del comercio se hizo necesario como parte misma de la impartición de justicia, pues la mayoría de los conflictos tenía su origen en las deudas contraídas en el intercambio de bienes o servicios mediante el trueque. La forma más eficaz de incorporar al monopolio de la violencia legítima el control de las transacciones comerciales, tiene su origen a la par de la escritura sumeria, o escritura cuneiforme, realizada en guijarros (cálculos) o tablillas de barro en las que se registraba, a modo de contrato, la deuda adquirida en un intercambio y los montos en especie pactados. Dichas tablillas fueron selladas con el cuño de una autoridad con prestigio y reconocimiento que fungía como fedatario y otorgaba seguridad para el buen fin de la operación. De este tipo de contratos sellados sobre barro ante la autoridad, nace la moneda que fue adaptada, primero en Anatolia y luego en la Roma clásica, a una forma más versátil que es la moneda metálica con el sello de la máxima autoridad gobernante (con su equivalente a cierto peso de cebada o trigo). Al simplificar los contratos con una pieza de intercambio monopolizada por el Estado, se introdujo también el anonimato de las transacciones, un vicio que permanece hasta hoy en todas las monedas, tal y como veremos más adelante. La posesión de dichas piezas metálicas daba al portador la capacidad de intercambiarla por bienes o servicios con el respaldo de la autoridad jurídica y militar del Estado.

Aquí ya podemos ver tres características principales del dinero: 1) está hecho de un material escaso como el oro o la plata, 2) tiene el respaldo del aparato jurídico-militar del Estado que es garante del pago de una deuda y otorga confiabilidad al intercambio, y 3) es monopolizado y controlado por éste, evitando la falsificación con medidas punitivas.

La escasez del material con que se manufactura el dinero asegura un sistema social que dedica esfuerzos sistemáticos a la extracción de este valor por medio de la actividad minera, así como un fuerte control sobre el territorio y la actividad extractiva que se realiza en él. Por otra parte, un aparato de justicia eficaz y eficiente en dirimir litigios o disputas comerciales y civiles le otorga gran valor al dinero, pues representa un Estado confiable que sabe cuidar la polis y estará aparejado a una economía sana (economía significa etimológicamente “administración o cuidado de la casa”), pues da certidumbre y confianza a sus ciudadanos. De modo opuesto, un Estado corrupto sólo propiciará desequilibrios e injusticias, como todos experimentamos durante el sexenio pasado en el que la moneda se depreció hasta un 60%, acompañada de desapariciones y matanzas atroces.

Un Estado corrupto sólo propiciará desequilibrios e injusticias…

Toda riqueza imaginable, es decir, todos los bienes o servicios, se valoran por las horas de dedicación, conocimiento y esfuerzo invertidas en producir o crear dicho bien o servicio. Marx le denomina “trabajo” a dicho esfuerzo y tasa el valor de las mercancías en términos de las “horas hombre” empleadas en la producción de dichos bienes. Sin embargo, a menudo se olvida que el bienestar o el crecimiento del cuidado de la casa (una economía sana) es lo que en esencia busca todo ser humano. Así, la justicia económica implicaría repartir proporcionalmente la riqueza en términos de la dedicación y esfuerzo que cada quien emplea en producir el bien común y el alcance de su esfuerzo en condiciones de oportunidades iguales. Por otra parte, la justicia civil se refiere a repartir igualmente dichas oportunidades y vigilar que se respeten los derechos de vivir de forma pacífica y digna de todos los integrantes del grupo. Así, cabe esperar que el dinero tanto como el bienestar de una sociedad serán incrementales, pues se deberá acuñar tanta moneda como esfuerzo se dedique a crear bienes y servicios dentro de ésta.

Se convino, en los acuerdos de Bretton Woods en 1946, que el respaldo de todas las monedas del mundo serían las reservas de dólares estadunidenses.

El dinero perdió su valor otorgado por el respaldo en oro de las naciones cuando una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial se convino, en los acuerdos de Bretton Woods en 1946, que el respaldo de todas las monedas del mundo serían las reservas de dólares estadunidenses, aunque éstos fueran solamente papeles impresos (regresando a las tablillas de barro sumerias y a la confianza depositada en un Estado-Nación). En la actualidad, el dinero adquiere muchas formas entre las que destacan los bonos del tesoro de una nación, certificados de deuda, billetes, monedas o las muy en boga monedas electrónicas, o criptomonedas (que no Kriptomonedas) entre las que destaca el BitCoin, pero que tampoco guarda registro de la entidad ni de los bienes involucrados en las transacciones.

Así, el valor del dinero tiene dos caras en una sola moneda; por un lado, es el trabajo presente o futuro (a este último le llamamos crédito) y por el otro, la confianza (sinónimo de crédito) que se tiene en el Estado emisor de dicha moneda.

Aquí radica el principal vicio de las monedas: la pérdida de la confianza, y se debe principalmente a las distorsiones que sufre el valor del dinero por no guardar memoria del trabajo depositado en él ni de su aporte al bien común, pues el dinero también se puede obtener por actividades perniciosas para el desarrollo social (v.g. fraude, secuestro, extorsión, robo, etcétera.), fomentando con ello todo tipo de conductas dirigidas a hacerse con la riqueza de la colectividad.

Parecería imposible, en un universo económico de las dimensiones actuales, mantener registro de cada contrato de intercambio que se realiza en el orbe. Sin embargo, las capacidades actuales de manejar grandes torrentes de datos con una moneda electrónica infalsificable (BigData & BlockChain), permitirían hacer un seguimiento de la acumulación de riqueza, así como de los medios y los fines (nocivos o benéficos) que tiene tal acumulación.

Las agencias fiscalizadoras de los Estados, que hoy representan grandes cargas burocráticas, podrían realizar búsquedas ultra rápidas de anomalías fiscales y reorientar los flujos de dinero por medio de incentivos programados en un simple algoritmo, con el fin de dirigir la riqueza hacia las instituciones que mayores beneficios le proveen a la comunidad. Este algoritmo, entonces, resumiría las políticas públicas, entendidas como fondos destinados a impulsar una actividad o emprendimiento.

Por el contrario, el ocultamiento y opacidad se prefieren en todas las transacciones en un Estado que prioriza el dominio de la fuerza por sobre la inteligencia (totalitarismo).

Todo aquel que busca acumular grandes cantidades de dinero, a la buena o a la mala, pretende el reconocimiento social y el prestigio, ya que somos animales gregarios. Por ello, es muy importante dotar al dinero de un elemento que esté en consonancia con los valores humanos, es decir, grabar o guardar la historia de todas las transacciones realizadas durante la circulación de dicho dinero, así como tasar o determinar un peso específico que considere el beneficio social que se genera por una actividad en particular. Cada transacción tendría un contenido ético que permitiría decidir si vale la pena o no realizar un intercambio particular en relación con los valores del interesado y los valores de la colectividad.

Todo aquel que busca acumular grandes cantidades de dinero, a la buena o a la mala, pretende el reconocimiento social y el prestigio…

Obviamente, una moneda que tenga una dirección ética, al registrar las transacciones que le dan valor, resulta incómoda para las corporaciones financieras que invierten en la fabricación de armamento, las invasiones militares por petróleo, el endeudamiento de naciones con gobiernos corruptos y otros negocios turbios, por lo que sufrirá ataques en pos de mantener el statu quo del “financierismo” depredador que actualmente domina al orbe.

Si se transparenta, la moneda puede fácilmente convertirse en una herramienta que guíe las actividades humanas hacia actividades socialmente benéficas. O permanecer como un símbolo de poder y sometimiento si se preserva en ella el secreto de dónde y cómo se obtuvo.

La “mano invisible del mercado que se autorregula proveyendo de beneficios a la sociedad vía la libre competencia” que postuló Adam Smith, resulta una hipótesis mágica sin sustento ni argumentos de plausibilidad. El libre mercado y el adelgazamiento de los Estados en la toma de decisiones sobre él (ver “consenso de Washington”), sólo propician grandes acumulaciones de capital con pobres beneficios sociales, y cuando el capital no se reinvierte en la sociedad, sólo genera que el dinero recobre su valor original de papel y tinta, ocasionando los ciclos de depresión y bonanza de las economías, lo que atestiguamos cada década.

En la actualidad algunos gobiernos pugnan por implementar las monedas electrónicas transparentes, tal es el caso de la India, en el que se intenta combatir el uso de efectivo incluso en la compra de un manojo de perejil. Sin embargo, la tecnología y las capacidades de servicios fiduciarios de los gobiernos se han visto mermadas durante décadas en favor de las instituciones bancarias privadas que acaparan los mercados financieros y se oponen a colaborar en esta empresa.

Por ello resulta de primordial importancia fortalecer los bancos centrales de las naciones y obligar a los privados a alinearse a las políticas tendientes a transparentar el dinero y otorgarle un valor social y no tasarlo sólo en términos de mercancías equivalentes.

Resulta de primordial importancia fortalecer los bancos centrales de las naciones…

Esta propuesta no socava la actividad comercial ni de creación de bienes de uso y servicios, sino que los moldea incentivando la actividad en ciertos sectores en los que cada transacción lícita multiplica el valor del dinero por un factor que busca el equilibrio o buen cuidado de la casa y mengua las actividades que son herencia de las formas organizativas basadas en el dominio del hombre por el hombre o plantean una sociedad de consumo, tales como la actividad militar o la producción de automóviles.

Un primer algoritmo se muestra en la siguiente tabla. C2

Actividad

Valor

1.Salud2
2. Agricultura y alimentación sana1.9
3. Educación y ciencias1.8
4. Medio ambiente1.7
5. Cultura y deporte1.6
6. Energía1.5
7. Ingeniería1.4
8. Producción industrial1.3
9. Transporte público1.2
10. Entretenimiento1.1
11. Seguridad1
12. Militar0.7
13. Transporte privado

0.5

Sobre el autor

Instituto de Física, UASLP

Doctor en física 2003 en Cinvestav, Unidad Mérida. Sus principales líneas de investigación son en materia granular, separación magnética de materiales, física de mezclas y energía solar.

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Doctor en física 2003 en Cinvestav, Unidad Mérida. Sus principales líneas de investigación son en materia granular, separación magnética de materiales, física de mezclas y energía...

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