La historia nos enseña que en la estrategia contra el crimen se abusa de las armas.
Esto podría cambiar con el avance de las neurociencias, que aumenta cada vez más el entendimiento de cómo la biología afecta nuestro comportamiento. Andrea L. Glenn y Adrian Raine, de las Universidades de Alabama y Pennsylvania, respectivamente, sostienen que el comportamiento criminal tiene sus bases en la biología de las neuronas. El campo emergente de la neurocriminología busca la aplicación de técnicas y principios de las neurociencias que permitan perfeccionar nuestra comprensión, predicción y prevención de las conductas criminales. Las investigaciones conducidas en este campo se enfocan en las anormalidades neurobiológicas asociadas con el comportamiento criminal, factores genéticos y el entorno social. En un nivel genético, se han identificado variantes de genes que gradualmente aumentan el riesgo de comportamiento antisocial. Complicaciones en los periodos prenatal y perinatal, en combinación con el rechazo materno durante el primer año de vida de los infantes, han sido asociados con criminales y agresores violentos. Ciertas interrupciones en el eje hipotálamo-pituitaria-suprarrenal, el sistema de respuesta al estrés corporal que regula la liberación de la hormona cortisol, son observadas frecuentemente en personas antisociales. Los avances en este tema conllevan a preguntas importantes: ¿Qué implicaciones traerá consigo la predicción del comportamiento criminal de los individuos? ¿Se podrá en un futuro prevenir la inclinación a la violencia? ¿Cómo afectará esto la forma de castigo para los delincuentes?
Para leer más sobre el tema:
http://www.nature.com/nrn/journal/v15/n1/full/nrn3640.html