Las emociones constituyen una dimensión analítica para comprender la cultura y el mundo social, en la medida en que se les imprime un valor como productos y prácticas en esos ámbitos y no sólo como estados psicológicos internos e individuales.

Como afirma la socióloga estadounidense Arlie Hochschild: Lo que sentimos es tan importante como lo que pensamos o lo que se hace en la interacción social (1979).

Esta premisa es la base de la propuesta de La dimensión emocional como perspectiva de análisis de los fenómenos socioculturales, que se presenta en este artículo. Para fundamentarla, se requiere hacer una revisión del tránsito de las emociones como categoría psicológica a su uso como categoría sociocultural.

 

Las emociones desde la psicología, la psiquiatría y la neurología del siglo XIX

Las emociones han ocupado la agenda de los estudios psi (psicología, psiquiatría y psicoanálisis) y filosóficos. Hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, las emociones se concibieron como productos de la mente que afectaban al cuerpo (López y Velasco, 2016); de ahí la progresiva asociación de las emociones con los procesos mentales, la conciencia, el comportamiento humano y las cogniciones.

Esta relación que hoy nos parece espontánea, tiene una historia que no solamente ha contribuido a la naturalización y universalización de las emociones como fenómenos psicofisiológicos, sino que les ha otorgado un sitio en el cuerpo: el cerebro.

Los estudios realizados por Darwin en el siglo XIX contribuyeron a la naturalización de las emociones, al considerarlas sustratos fundamentales de la vida instintiva en su teoría evolutiva y ubicarlas como orientadoras de la conducta. Esta última tesis ha sido retomada en la década de los noventa por las neurociencias. Desde este campo de estudio, las emociones cumplen una función importante en la intuición, porque se trata de un rápido proceso cognitivo, a través del cual llegamos a una conclusión concreta sin ser conscientes de los pasos intermedios.

Antonio Damasio (1994 y 2005)
Antonio Damasio (1994 y 2005)

Antonio Damasio (1994 y 2005) define la emoción como un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. En sus reflexiones en torno a la relación entre emociones y la razón, sostiene la tesis del marcador somático de las emociones, toda vez que éstas son como un “sentimiento visceral” –respuesta encubierta– que aparece por debajo del radar de nuestra conciencia con una rotunda eficacia (Damasio,1994).

La aportación más destacable del neurólogo es que coloca a las emociones como cogniciones y con ello –aparentemente– elimina la distancia entre razón versus emoción, línea construida pos las disciplinas psi. No obstante, desde el argumento damasiano, la “naturaleza de las emociones” sigue quedando circunscrita al ámbito biológico, y su referencia a lo simbólico es un elemento subvalorado por las neurociencias. [1]

Actualmente, las investigaciones en neurociencias están dirigidas a identificar la función de las emociones en la conducta moral y la toma de decisiones de los sujetos, así como la pertinencia de su clasificación de acuerdo con la valencia otorgada que las agrupa en positivas y negativas y por su asociación con la salud y la enfermedad.

Las aportaciones de la psicología en el estudio de las emociones ha posibilitado el surgimiento de la cultura de la terapia.

Las aportaciones de la psicología en el estudio de las emociones ha posibilitado el surgimiento de la cultura de la terapia, que consiste en el desarrollo de propuestas sobre el aprendizaje efectivo del manejo –léase control– de nuestras emociones. Eva Illouz (2010) lo denomina Ethos terapéutico y Ute Frevert (2014) lo llama age therapy. Además, existe una inmensa producción de literatura de autoayuda inspirada en la psicología positiva [2], que promueve guías efectivas para potenciar el desarrollo de las emociones positivas y el control de las negativas (Ehrenreich, 2011), siempre en asociación con un tipo de inteligencia, ahora llamada inteligencia emocional (Ahmed, 2004).

Las emociones desde la sociología, antropología e historia: emotion studies

Las ciencias sociales se han separado de aquella herencia epistemológica, a través del giro afectivo o emotion studies. Fue en el último tercio del siglo XX que disciplinas como la sociología, la antropología y la historia se interesaron por la inclusión de las emociones como vía de acceso clave para el conocimiento de cualquier fenómeno o situación social.

Desde la sociología se considera que las emociones no son acontecimientos excepcionales en la vida social.

Desde la sociología se considera que las emociones no son acontecimientos excepcionales en la vida social: también forman parte del universo simbólico y son un sustrato de la reflexividad humana y social, por lo que la descripción, explicación y comprensión sociológica, cultural e histórica de la realidad es incompleta, cuando no se reconoce e incorpora a un actor sintiente en los procesos de interacción social y comunicación que corresponden a situaciones sociales específicas.

Arlie Hochschild
Arlie Hochschild (1975 y 1979)

Una de las aportaciones más importantes en la sociología de las emociones es la de Arlie Hochschild (1975 y 1979), quien propuso la imagen de un “actor que siente”, rechazando la idea de un actor hiper-racional y calculador, carente de emociones, así como aquel dominado por sus impulsos emocionales.

Por su parte, la antropología de las emociones se ha encaminado a demostrar que las emociones están más cercanas a la cultura que a la naturaleza (Lutz y White 1986; Lutz 1986, 1988 y 1990). Desde esta perspectiva, las emociones reflejan los valores y las relaciones de poder y lucha de los grupos humanos, porque el significado emocional está fundamentalmente estructurado por determinados sistemas culturales y sociales.

La historia cultural de las emociones ha intentado responder si las emociones son históricamente construidas, culturalmente contingentes y relativas, anti-esencialistas, anti-deterministas y cambiantes, poniendo énfasis en el tiempo; o bien, si son fisiológicas, inmutables y básicas.

Se han generado investigaciones que han terminado por reducir las emociones a cogniciones, valores o expectativas.

Pese a las aportaciones en estos campos, se han generado investigaciones que han terminado por reducir las emociones a cogniciones, valores o expectativas, referidas en el lenguaje o construidas por éste, pero se ha dejado fuera la dimensión corporal, “ignorando que la vivencia, activación y expresión de las emociones está conectada con el cuerpo” y las experiencia (Enciso y Lara, 2014:267). Tampoco se ha podido evitar la tendencia a su cosificación, cuando el foco de atención está puesto en las emociones resultantes de los procesos sociales sin intentar tener otra lectura de éstos. De esta manera, se corre el riesgo de seguir produciendo conocimiento sobre las emociones tal y como lo hicieron los médicos de los siglos XVIII, XIX y XX, sólo que ahora desde epistemologías sociológicas y culturalistas.

La intersección de la propuesta

La Dimensión emocional como perspectiva de análisis de los fenómenos socioculturales es una propuesta que pretende rebasar esas limitaciones y ubicar a las emociones como una categoría de análisis –y no como objeto de estudio– para contar con una relectura de los fenómenos sociales y políticos en clave de emociones. Lo anterior implica recuperar la noción del actor social, cuyo mundo simbólico está conformado por las emociones, los afectos y los sentimientos y no sólo por las cogniciones que dotan de sentido sus acciones, superando la construcción binaria antagónica emociones versus razón. La descripción, explicación y comprensión de los fenómenos socioculturales resulta incompleta si no se reconoce e incorpora la noción de un actor sintiente en los procesos de interacción y comunicación social, más allá de comprenderlo sólo desde su mundo psicológico, tal como lo han señalado Hochschild (1979) y Lutz (1988).

captura3El estudio de fenómenos sociales como la globalización, las agendas políticas, la migración, la violencia, la protesta social, los procesos salud-enfermedad, las relaciones de género o el papel de los medios de comunicación en nuestra sociedad, entre otros, ganaría profundidad cuando se reconozca e incorpore a su análisis la dimensión emocional que los constituye. Con ello se daría cuenta de la complejidad que suponen estos fenómenos en los niveles micro, meso y macro social; se apreciarían las transformaciones en los discursos y prácticas individuales y colectivas de los conjuntos sociales; se evidenciaría cómo la vida íntima se estructura a partir de procesos sociales y culturales más amplios y se observaría cómo la experiencia de los sujetos es central en la perfomatividad en esos espacios de interacción.

En suma, un análisis en clave de emociones permite reflexionar sobre cómo la experiencia de los sujetos moviliza, obtura o potencia la agencia social. El análisis de los procesos socioculturales vistos desde la dimensión emocional puede generar nuevos marcos éticos y de interpretación que recuperen al sujeto y su acción en la comprensión de la relación entre las mediaciones y las estructuras sociales.

Esta propuesta epistemológica ha tomado forma a través de la experiencia de investigación, docencia y difusión científica en el campo de los estudios socioculturales de las emociones –compartida desde hace ocho años con distintos colegas– y las actividades académicas promovidas desde la Red Nacional de Investigadores en los Estudios Socioculturales de las Emociones (RENISCE).[3]

De esta forma, pretendemos fortalecer el desarrollo del campo de los estudios socioculturales desde la dimensión emocional en México e insertarnos en el debate internacional, a través de un laboratorio de investigación social como espacio de sistematización de saberes y trasmisión del conocimiento generado, tal como sucede en centros y grupos de investigación especializados en la academia estadounidense e iberoamericana. C2

 

Bibliografía
  • Ahmed, Sara (2004) The Cultural Politics of Emotion. Edinburgh: Edinburgh University Press.
  • Damasio, Antonio (1994) Descarte Descartes’ Error: Emotion, Reason, and the Human Brain. Nueva York: Avon Book.
  • Damasio, Antonio (2005) En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Barcelona: Crítica.
  • Darwin, Charles (2009) La expresión de las emociones. Navarra: Universidad Pública de Navarra, Laetoli. [Obra original de 1872].
  • Ehrenreich, Barbara (2011) Sonrie o Muere. La trampa del pensamiento positivo. Madrid: Turner Noema.
  • Enciso, Giazú y Alí Lara (2014) “Emociones y ciencias sociales en el s. XX: La precuela del giro afectivo”. En: Athenea Digital, No. 14, Vol. 1, pp. 263-288.
  • Frevert, Ute (2014) Emotions in History: Lost and Found. New York: Central European University Press.
  • Hochschild, Arlie R. (1975) “The Sociology of Feeling and Emotion: Selected Possibilities”. En M. Millman and R. M. Kanter (eds.) Another Voice, Feminist. Perspectives on Social Life and Social Science. New York: Doubleday.
  • Hochschild, Arlie (1979) “Emotion Work, Feeling Rules, and Social Structure”. En: American Journal of Sociology, Núm. 85, pp. 551-575.
  • Illouz, Eva (2010) La salvación del alma moderna: terapia, emociones y la cultura de la autoayuda. Buenos Aires: Katz.
  • López, Oliva y Félix Velasco (2016) “De las pasiones a las emociones: causas de las enfermedades mentales. Siglos XIX y XX”. En: Oliva López y Rocío Enríquez (coords.) Cartografías emocionales: Las tramas de la teoría y la práxis. Emociones e interdisciplina Vol. 2. México: UNAM FES Iztacala/ITESO.
  • Lutz, Catherine (1986) “Emotion, Thought, and Estrangement: Emotion as Cultural Category”. En: Cultural Anthropology, Núm. 1, Vol. 3, pp. 287-309.
  • Lutz, Catherine y Geoffrey White (1986) “The Anthropology of Emotions”. En: Annual Review of Anthropology, Vol. 15, pp. 405-436.
  • Lutz, Catherine (1988) Unnatural Emotions. Everday Sentiments on a Micronesisn Atoll and Their Challange to Western Theory. Chicago: The University of Chicago Press.
  • Lutz, Catherine (1990) “Engendered emotion: gender, power, and the rhetoric of emotional control in American discourse”. En: Catherine Lutz y Lila Abu-Lughod (eds.) Language and Politics of Emotion. Canada: Cambridge University Press.
  • Martínez Hernández, Ángel (2007) “Cultura, enfermedad y determinismo médico. La antropología médica frente al determinismo biológico”. En Mari Luz Esteban (ed.) Introducción a la antropología de la salud. Aplicaciones teóricas y prácticas, Bilbao: Osalde-Asociación por el Derecho a la Salud.
Referencias

[1] El principal problema de las explicaciones biologicistas como señala Martínez (2007), es que las fuerzas de determinación del triple ordenamiento van de abajo hacia arriba; nunca de arriba hacia abajo, lo cual supone una jerarquía en la determinación de lo biológico a lo cultural.

[2] El iniciador de la psicología positiva o la búsqueda de la felicidad es el psicólogo norteamericano Martín Seligman, famoso por sus experimentos sobre la indefensión aprendida.

[3] https://renisce.wordpress.com/

 


 

Este artículo se deriva de la Conferencia Magistral “De las emociones como categoría psicológica a las emociones como categoría socio-cultural”, impartida por la autora el 30 de marzo de 2016, en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el marco del programa Conferencias Premios de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) 2016.

Sobre la autora: es psicóloga con doctorado en antropología; profesora investigadora Titular “C” de la FES-Iztacala, UNAM; coordinadora de la Red Nacional de Investigadores en los Estudios Socioculturales de las emociones (RENISCE); Premio de la AMC, 2009, en el área de Humanidades; investigadora Nivel 2 del Sistema Nacional de Investigadores; autora y coordinadora de publicaciones como La pérdida del paraíso. El lugar de las emociones en la sociedad mexicana entre los siglos XIX y XX (UNAM, 2011).

Sobre el autor

FES-Iztacala, UNAM

1 Comentario

    • Arte -

    • 20 mayo, 2016 / 15:01 pm

    es muy importante tener en cuenta las respectivas emociones del ser en cuanto al entorno, este magnifico post pone una muy buena información acerca de tanto pequeñas como grandes magnitudes que se pueden tener.

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