Para que la inequidad exista debe haber algo que justifique por qué aquellos en las posiciones altas merecen más que aquellos en la base. Centurias atrás, comentan los investigadores en su artículo, los monarcas europeos usaban la divinidad para justificar sus posiciones privilegiadas. Era su conexión con Dios los que lo hacía especiales. En nuestra era, la justificación de la inequidad no está basada en derechos divinos y otras justificaciones han emergido. En la crítica al programa de Gotha, Carlos Marx concluía: De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades. Y cien años más tarde Friedman cambió la frase de Marx a: A cada quien de acuerdo a lo que él y sus instrumentos produzcan.
Las economías actuales están hechas de algo más que talentos y propiedad, puesto que la gente está estructurada en redes sociales. Estas redes pueden ser instrumentos de inequidad en economías centralizadas, pues si son pocos los nodos de la red y por tanto las conexiones, las compensaciones son ventajosas. Si, por el contrario, las fuentes de información son disponibles para todos, la igualdad de las oportunidades en una sociedad se dará de mejor forma. C2
Scientific Reports, Vol. 4, 3784 (2014)
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