Desde sus inicios, en 1901, el Premio Nobel de Literatura se ha concedido por la Academia Sueca 112 veces; siempre con la intención de reconocer las aportaciones al mundo de la literatura por parte del autor galardonado.

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Dentro de los que han recibido el Nobel de Literatura encontramos dramaturgos, novelistas, poetas, cuentistas y, por primera vez, una periodista.

Svetlana Alexievich, nacida en Ucrania, establecida en Bielorrusia casi toda su vida —y donde estudiara periodismo—, recibió el pasado 8 de octubre, a la edad de 67 años la condecoración; el argumento era sencillo: “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y coraje de nuestro tiempo”.

En México Svetlana Alexievich es un nombre que suena poco, no sin justa razón, pues se trata de una autora que posee cinco obras, de las cuales, hasta hace poco, sólo una había sido traducida al español: Las voces de Chernóbil. En esta novela se ve un collage donde se narra y evidencia otro lado del monstruo. Los personajes que se pueden encontrar en la novela van contando su historia a raíz del accidente de Chernóbil, lo que pasó a cada uno; una cara diferente a la de los documentales que se enfocan en exhibir las secuelas y la recreación del accidente. Su novela contrasta la parte científica del accidente con la humana; nos muestra el dolor, el desconcierto, la pena.

Un fragmento de una conversación… Lo guardo en la memoria… Alguien intenta convencerme: “No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es su marido, un ser querido, sino un elemento radiactivo con un gran poder de contaminación. No sea usted suicida. Recobre la sensatez.”[1]

Alexievich recoge las experiencias ajenas y las transcribe de manera clara y sutil, sin ejercer un juicio explícito que podría tacharse de moralino. Y no es que no enjuicie, o no critique, pues ha sido una constante partidaria de la crítica al gobierno soviético: tanto al presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, como al ruso Vladimir Putin; además de ser una sobreviviente del “intento fallido de crear una civilización alternativa” que fue la URSS. La autora misma lo dice: “He escrito cinco libros, pero, básicamente, desde hace cuarenta años cuento la misma historia… se trata de la crónica Ruso-Soviética: revolución, gulag, guerra, Chernóbil… la caída del imperio rojo.”

Sin embargo, el Nobel, siempre ha tenido un cariz político. Se dice que a Borges nunca se lo dieron por su postura política, el recibir un doctorado honoris causa durante la dictadura de Augusto Pinochet —además de haber dicho que el dictador era una excelente persona—, y el comentario crítico que habría hecho a Artur Lindkvist —quien después se volvería el secretario permanente de la Academia Sueca— y que nunca le perdonaría.

En este contexto político, se considera que galardonar a la periodista es un mensaje a los gobiernos de Rusia y Bielorrusia, pues son conocidas sus contrariedades con el presidente Alexander Lukashenko, quien prohibió la publicación de sus obras, razón por la cual, Alexievich, dejó su país durante aproximadamente una década. En fin, una autora más que debemos conocer más allá de la literatura. C2

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[1] Fragmento tomado de “Una solitaria voz humana” en Las voces de Chernóbil.

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