El prometio, cuyo número atómico es 61 y símbolo químico Pm, es un elemento químico que forma parte del grupo de los lantánidos. Fue considerado como el elemento “perdido” de este grupo, ya que aunque su existencia fue predicha con anterioridad, no pudo encontrarse hasta que se produjo en reactores nucleares, producto de la fisión del uranio (U; número atómico 92), torio (Th; número atómico 90) y plutonio (Pu; número atómico 93). El Pm forma parte del bloque f y periodo 6, teniendo una masa atómica de 145 u y estado de oxidación 3. Físicamente tiene forma sólida y estructura cristalina hexagonal. Fue el último lantánido descubierto y su isótopo mas estable es el Pm-145, teniendo una vida media de sólo 17.7 años; los isótopos Pm-146 y Pm-147 viven 5.5 y 2.6 años respectivamente. La existencia de este elemento fue confirmada por los científicos Charles DuBois Coryell (1912-1971), Jacob A. Marinsky (1918-2005), y Lawrence E. Glendenin (1918-2008) en 1947, en el estado de Tennesse, Estados Unidos.

El nombre de prometio fue asignado en honor al Titán Prometeo, quien según la mitología griega le entregó el fuego al hombre (y es que tal vez la luminicencia verde-azulada que este metal blando emite nos remite al fuego, del que habla la mitología). Otra posible razón por la que este nombre se aplicó, fue la dificultad con la que el elemento fue sintetizado, misma dificultad con la que Prometeo robó el fuego a Zeus, el padre mitológico de los dioses griegos.
El prometio es el único lantánido que no se encuentra en la naturaleza; sin embargo, se ha detectado en el espectro de estrellas, específicamente en cuerpos celestes de la constelación de Andrómeda, la estrella HR 465. El descubrimiento del prometio en el espacio es muy importante debido a que como se dijo, la vida promedio de este elemento es corta, por lo que el elemento debió generarse recientemente en la estrella, y probablemente cerca de su superficie.
El uso del Pm se relaciona con la industria nuclear –como casi todos los elementos que forman parte del grupo de actínidos y lantánidos– y debido a la emisión de radiación se ha empleado, por ejemplo, en equipos medidores de espesores de materiales y como batería para la propulsión nuclear mediante la captura de luz en células fotoeléctricas para después, convertirla en corriente eléctrica. También puede usarse como fuente portátil de rayos X para generadores termoeléctricos de radioisótopos, en el suministro de electricidad a sondas espaciales y satélites y para láseres de comunicación con submarinos que estén sumergidos.
En la vida cotidiana, el prometio se puede encontrar en equipos y aparatos de uso diario, como lámparas fluorescentes, televisores a color y cristales. La energía que pequeños trozos de este elemento emite, son suficientes para mantener operando por largo tiempo instrumentos como el marcapasos (hasta 10 años); sin embargo, la manufactura y producción de estos artefactos representa riesgos a la salud y peligro potencial para el humano, ya que la humedad y los gases que se encuentren en el ambiente, pueden ser inhalados por los trabajadores y como consecuencia, ocasionar embolias pulmonares o problemas de hígado.
El desuso por pérdida de valor de los aparatos antes mencionados, conlleva a su deshecho, impactando al ambiente por mala disposición y mal manejo de éstos residuos, favoreciendo la acumulación del Pm en el suelo, que podría facilitar la movilidad de este elemento a cuerpos de agua subterráneos y la consecuente incorporación a plantas y animales y posteriormente pasar a la cadena trófica, que tiene como destinatario final al ser humano. Diversos estudios in vitro han demostrado efectos tóxicos a nivel celular y afectaciones en los sistemas nervioso y reproductivo.C2