Retrato de una jornada

Mi historia bate a fondo, te invito,
desde una ventana miremos el lago
de mi día.

Cada orilla tiene su propio sol y luna
invita a pájaros que cantan mis años.

Las raíces de los sauces tienen ojos
nada se puede silenciar:
ni la suciedad de las calles
ni los charlatanes, ni astros negros

Se acercan las barcas, no hay centinelas
podremos escuchar el balbuceo de sus velas
sobre las estrellas esparcidas
y las trampas superadas por mis remos.

Conocerás mi embriaguez con lo que me rodea
y cómo el tiempo cambia mis ropas.

Si te inclinas escucharás un crujido,
no te extrañes, es el espesor de la edad
del rollo que cargo en la espalda,
y el acero que no lo oxida el aire contaminado.

Te contaré que el crepúsculo que fluye desde las profundidades
espanta a pájaros que adivinan
y me vacuna contra las epidemias de los equinoccios
con el fin de no olvidar.

Tanta energía perdida a medida que se viaja
A través de largas distancias.

Partamos, te aclaro que no todo es como parece.

En los extremos un cambio

El mundo gira
y gira
El aire de la habitación
está teñido de humedad
el teléfono no deja de sonar
la tetera aún no hierve
un sonido delata objetos humanos
parece en una cueva como
jugando bolos
Una tiranía visual
me abarca
un pájaro filoso en la noche
La vigilia se hace larga
las rodillas se quiebran
El viento sacude
cosas dichas y no dichas
Las veces que la oreja ha sido inútil
enmohecida no oyó
Trato de sostenerme
Parece que las cosas
saben más de mí y de mis arterias
que yo mismo
No vaya a ser
que colapse y
mil partículas
agoten la luz de las sonrisas
espero la ventorela de
los aires altos
arda la hermosura
y el desparpajo
si algo merezca un escándalo
un baile
no confundir una antena
con una vara seca
sino dos botellas de vino
mejor subido a una montaña
que a un auto rojo
No siempre el deseo tiene respuesta