Al estar conectado, uno constantemente escucha la notificación instantánea del arribo de un correo electrónico, un texto, un aviso o la llegada de las noticias del momento. Además, compañías importantes en el mundo vinculan el desarrollo de la creatividad de su personal con la interacción grupal y promueven que los trabajadores compartan espacios en lugar de ocupar cubículos privados. Los niños en las escuelas trabajan en grupos pequeños y en general se mantienen comunicados después de las actividades escolares vía la tecnología digital.
¿Dónde se ubica la reflexión individual?
Ante toda esa marcada interacción, surge una interrogante: ¿Dónde se ubica la reflexión individual o cuánto tiempo un individuo le debe dedicar a estar solo o desconectado para identificar y activar ese conocimiento personal que lo lleve a analizar y contrastar la información o conocimiento que se genera en la colectividad? Es evidente que la reflexión y el trabajo individual resulta necesario en el proceso de comprender conocimiento disciplinar de manera profunda y en la aplicación de ese conocimiento en la resolución de problemas. El paradigma escolar prevalente enfatiza el desarrollo individual y generalmente evalúa lo que muestra el estudiante al trabajar o resolver preguntas en un tiempo determinado. ¿Cómo conciliar el trabajo individual y las tareas colectivas?
Estar solo ayuda a establecer un diálogo con uno mismo.
Una posible ruta de equilibrio entre el trabajo individual y la participación colectiva es el reconocimiento de que estar solo ayuda a establecer un diálogo con uno mismo y esta práctica le permite al individuo conocer su potencial y limitaciones cognitivas y aspectos afectivos. Este conocimiento es esencial en la tarea de aprender y extender las ideas personales. Dick Lesh afirma que la reflexión personal ayuda al individuo en la construcción de modelos para resolver problemas [1], y esos modelos iniciales entran en un proceso de refinamiento y se robustecen al exponerlos y discutirlos dentro de una comunidad que valore la crítica y la discusión colectiva entre pares y expertos. Como resultado, el individuo analiza, incorpora, procesa y extiende ese conocimiento personal. Es decir, un estudiante o individuo debe valorar y practicar la introspección como medio para conocerse a sí mismo y desarrollar habilidades que le permitan expresar sus ideas, escuchar a los demás y trabajar en grupo.
En el estudio de las matemáticas, un estudiante, con tecnología digital, puede representar objetos o situaciones matemáticas en forma dinámica y mover elementos en la representación que los lleve a formular conjeturas o relaciones. Esas conjeturas individuales se pueden compartir en un muro digital que permita a la comunidad conocer, retroalimentar o cuestionar las ideas de los demás. Así, el estudiante participa activamente en el proceso de presentación y validación de las relaciones y constantemente refina y extiende sus contribuciones individuales. C2
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Leo siempre con mucho gusto esta columna.