Viene de Parte 1

Creemos que no.

El optimismo surge releyendo lo relatado sobre el origen de los suelos, así como atendiendo conocimientos que la Academia de Recursos Naturales (Facultad de Ingeniería) ha brindado a estudiantes de Ingeniería Ambiental. ¿Algunas ideas? Por el momento sólo una, la agroecología sintrópica, la cual se abordará más adelante.

“Lo natural siempre es mejor.”

“Lo natural siempre es mejor”. Frase cotidiana, desvestida de importancia por el imprudente actuar humano cuando de desarrollo se trata; lo “verde” y lo “ecológico” son un tópico muy manoseado por los medios, los anuncios y uno que otro polítiquillo o partido polítiquero. Pero, realmente implica responder ¿cómo lograr equilibrar la desmedida demanda alimenticia de una demografía cada vez más elevada y evitar los efectos de degradación ambiental que esto acarrea? ¿Cómo frenar el cada vez más marcado desabasto de recursos tan preciados como el agua y el suelo? ¿Existió o existe siquiera algo cercano al “equilibrio ecológico” a estas alturas de la historia de la humanidad? Posiblemente sí. Hay la sensibilidad y la inteligencia. La Ecología y sus subdisciplinas lo están indicando.

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Primero debemos decir que, los países desarrollados subsidian las actividades agrícolas, por ser la alimentación un aspecto de seguridad y estabilidad social. Es decir, no se debe apostar por violentas leyes de seguridad que militaricen a un país, sino por programas agrícolas, entre otros. Pero no cualquier actividad agrícola es deseable: la diversidad de ambientes a nivel global invita a una diversidad de manejos agrícolas basados en la diversidad biológica ahí presente (de especies involucradas, sus formas o morfologías, ciclos de vida, metabolitos, hábitos, etc.), biodiversidad que sustentan la evolución y existencia de la vida, incluyendo los agroecosistemas.

 

¿Herbicidas?
Nosotros tenemos la ventaja de crear vida, no de matar lo vivo
Y esto se refleja en el suelo,
su estructura, fertilidad y capacidad de retener agua
Gotsch

 

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agroecología no es únicamente una disciplina científica, sino que también un conjunto de prácticas y un gran movimiento social. Como ciencia, estudia cómo los diferentes componentes del agroecosistema interactúan; cómo un conjunto de prácticas busca sistemas agrícolas sostenibles que optimizan y estabilizan la producción. Como movimiento social, persigue papeles multifuncionales para la agricultura, ya que promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura de las poblaciones del campo y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales. Se trata entonces de una rama del estudio agrícola que busca producir insumos para el bienestar humano con un marcado equilibrio, empleando deliberada y responsablemente todos aquellos procesos ecológicos que se suceden de manera natural.

La agroecología sintrópica está basada en procesos e interacciones.

Mencionaremos ahora los conceptos “entropía” y “sintropía”. El primero se puede definir físicamente como la tendencia molecular al desorden en un sistema; el segundo término es su antónimo y resume el objetivo central de la agroecología sintrópica: un sistema (p.e., agroecosisetma) parte de lo simple hacia lo complejo gracias a que las interacciones entre todos sus componentes lo permiten. Tal cual sucedió en la historia narrada sobre el origen de suelos en la Tierra: de un ambiente predominantemente rocoso hasta la formación de suelos sustentando complejos ecosistemas terrestres, por efecto de los elementos naturales, vivos y abióticos, interactuantes. Es decir, la agroecología sintrópica está basada en procesos e interacciones, no en aplicación de insumos, y su meta es regenerativa, más allá de la sustentabilidad.

 

Ernst Gotsch
Ernst Gotsch

Ernst Gotsch es el padre del concepto de sintropía, aplicado de manera tan certera e inteligente como lo demuestra el que la Agenda Gotsch (www.agendagotsch.com) ha restaurado ecosistemas sumamente complejos, como lo es un bosque tropical de 500 hectáreas, fértil y de elevada biodiversidad, a partir de una zona antiguamente llamada ¡“tierra seca”! (seca y ventosa); lo anterior, mediante sucesión natural inducida, ¡partiendo de suelos degradados por efecto de la minería e incendios!, combinando, además, horticultura, producción de frutas y desarrollo de zonas forestales con especies de la región (nada introducido). Cabe decir que la presencia de árboles y arbustos no sólo tiene como objetivo “salvarlos de su extinción” o “regresarlos a su ambiente original” (lo cual ya es una ganancia), también porque aportan sombra y albergue para insectos (p.e., polinizadores), aves (p.e., que dispersen semillas), mamíferos, reptiles, hongos; además, los árboles son sumideros de toneladas de CO2, favorecen la lluvia, sus raíces incrementan el volumen rizosférico del suelo, reteniendo nutrientes y humedad, asimismo, seres vivos edáficos. Más aún, Ernst Gotsch motiva hacia la restauración de ambientes que sean inclusivos, que incluyan y considere a humanos, no excluyentes o de conservación “museográfica”.

¿Y qué se usa si no se emplea agroquímicos?

Por supuesto, lo que ha hecho exitoso la implementación de agroecosistemas, bajo una perspectiva sintrópica, es iniciar con el estudio del tipo, la calidad y susceptibilidad a la degradación del suelo de la región. Para Gotsch, un suelo “pobre” no existe, sino un mal manejo del mismo, por lo que minimiza el riego artificial y no emplea agroquímicos (fertilizantes inorgánicos ni herbicidas). ¿Y qué se usa entonces? Usted, que ha llegado hasta este punto del escrito, sabe que siempre es posible aplicar biofertilizantes como lo son las costras biológicas (Recuadro 1). En efecto, al igual que Gotsch, se concluirá que, en zonas devastadas por un mal manejo de suelo, se debe aprovechar las aportaciones de especies pioneras que pudieran asociarse a otras especies, las “secundarias” que se desea restablecer y las que se desea aprovechar, cada una con un nicho ecológico específico. Como en su origen, el manejo del suelo no debe estar disociado del estudio de seres vivos que en él se desarrollan y desarrollarán.


Recuadro 1. Costras Biológicas

Las denominadas “costras biológicas” están conformadas de asociaciones de bacterias, arqueas y hongos protistas, incluyendo así microorganismos heterótrofos y autótrofas, y ayudan a los suelos a mantener un correcto ciclo del nitrógeno, fertilizándolo. Esto se debe a que ciertas bacterias presentes en las costras pueden fijar nitrógeno atmosférico, mientras que otras lo liberan durante la descomposición de la materia orgánica, gracias a la enzima nitrogenasa. A su vez, las costras biológicas poseen una elevada capacidad de almacenar agua, materia orgánica y sales minerales. Al formarse, además, retiene suelo, evitando su erosión. De su presencia dependen los herbívoros de tundras y desiertos. Su importancia se evidencia en las investigaciones que sobre las mismas se desarrollan desde los años 70s del siglo pasado, como elementos fundamentales para la conservación, formación y recuperación de suelos, particularmente en suelos con avanzada desertificación. Así mismo, pueden emplearse como biofertilzantes, lo que evitará el uso de fertilizantes inorgánicos.

Tomada de: www.astrobio.net/extreme-life/barren-deserts-can-host-complex-ecosystems-soils/
Tomada de: www.astrobio.net/extreme-life/barren-deserts-can-host-complex-ecosystems-soils/

A partir de la delicada intervención de estos organismos mutualizados simbióticamente, se desata la formación y colonización de suelos, pues los líquenes interaccionan con rocas, propician su erosión, liberando nutrientes básicos y fertilizando de manera progresiva y extensiva al suelo naciente, estableciendo las condiciones necesarias para que organismos más complejos, tales como vegetales, se establecieran fuera del medio acuático. La siguiente oleada evolutiva en la historia del origen de los suelos, se debe a otras interacciones entre reinos, como producto del traslado de las plantas hacia tierra firme, siendo elementos como el fósforo y el potasio los que fertilizaron aún más los suelos.

En México vemos programas que fracasan por falta de pericia gubernamental.

En México, desgraciadamente, hemos visto programas que fracasan por falta de pericia gubernamental, por no decir más, tales como el programa de “módulos agroforestales” en Charcas, San Luis Potosí, basado en la importación (compra) de paquetes tecnológicos, convencionales, sin atender las características locales de suelo y su biota, su origen y desarrollo, de manera tal que no se aprovecha siquiera la riqueza vegetal (p.e., nopaleras), para proveer al suelo de protección contra la fuerte incidencia solar de la región y la consecuente pérdida de humedad, cohesión y atributos para colonizarlo.

En fin, estudiar el origen y devenir de los suelos permite re-dirigir los esfuerzos humanos hacia la sustentabilidad y más allá. Lo cierto es que, la gran oportunidad de erigir una ciencia humana implica reconocer no la supuesta ley natural, sino la legalidad inmanente de los procesos naturales.

Y en una ciudad como San Luis Potosí ¿qué podemos hacer? ¡Mucho! Pero eso es motivo de otro artículo, por lo pronto ¿qué tal las siguientes imágenes de algunas zonas urbanas? C2

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Bibliografía y enlaces recomendados
  • fao.org/home/es
  • agendagotsch.com
  • Curso “Soil for Life”, de la Universidad de Wageningen; EdX: www.courses.edx.org
  • Asher C. 2015. One amazing substance allowed life on land: www.bbc.com/earth/story/20151205­one­amazing­substance­allowed­life­to­thrive­on­land
  • Perfecto, I., Vandermeer, J., Philpott, S. M. (2010). Complejidad ecológica y el control de plagas en un cafetal orgánico: develando un servicio ecosistémico autónomo. Agroecología, 5, 41-51.

 

 

 

 

Sobre el autor

Profesora Investigadora en

Geomicrobióloga. Estudió Biología, Maestría en Biología y Doctorado en Química Ambiental, todo en la UNAM. Realizó una estancia doctoral y postdoctoral en la Universidad de Ámsterdam, Holanda. Ha trabajado con microorganismos quimioautótrofos y fotoautótrofos (microalgas) de ambientes extremos. Actualmente, es Profesora Investigadora de la UASLP, impartiendo clases “Biodiversidad y Evolución” y “Ecología Microbiana”, y cursos de temas relacionados con Geomicrobiología

1 Comentario

    • Myriam Laurini -

    • 22 febrero, 2018 / 19:06 pm

    Buenísimo el artículo. Felicidades!!!

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