Advertencia: se planeó escribir el presente texto con el afán de no fatigar al lector con la presentación de las alternativas de género tipo “las/los” o “humanas/humanos”, consciente de que el nuestro, es un idioma que no goza de palabras neutras, excepto contados casos (por ejemplo, el de palabras relacionadas con “ente”: gente, estudiante, presidente, intendente, incidente).
Averiguando
El título invita a reconsiderar los conceptos de los que se hablará en este escrito. Por ahora diré que forma parte de la pieza “Dios de la Lluvia”, del grupo de rock español “El Último de la Fila”, que nació en 1984 y que representa uno de los tantos que surgieron en esa época casi hedonista de “la movida española” y sus antítesis punks y quinquis. Sucedía en una España que se removía tras 40 años de una dictadura terrible, en la irreverente década de los 80, que, dicho sea de paso, fue un estallido de movimientos diverso con posturas muy críticas ante la transición hacia la democracia (objetores de conciencia, ecologistas, feministas, eurocomunistas) que pusieron en (o regresaron a) la escena conceptos como de “autonomía”, “república”, “lenguas”, “género”, “sexualidad”, “ambientalismo”. También fue una explosión de creatividad e innovación artística, colorida y festiva: “Madrid nunca será la ciudad que deseamos, alegre, pues sólo puede ser alegre si es vital… si hay gente que se divierta y se ría”, dijo Enrique Tierno Galván, el entonces alcalde de Madrid (1979 a 1986), pese a la crisis económica e inicios de la transición. Tal explosión artística deja fuera a varios exponentes, pero sin duda alguna, el más célebre ha sido el cineasta Pedro Almodóvar (Premio Príncipe de Asturias de las Artes, 2006); de hecho, hay quienes dicen que “la movida” fue una película que nunca filmó Almodóvar; pero las que sí filmó suelen reivindicar la autonomía de la mujer y la identidad de los transgénero.
Y sí, así sucede cuando cae un sistema totalitario, se aspira mediante diversas vías a restaurar el respeto a los derechos humanos…
Hedonismo, creatividad, libertad de pensamiento y búsqueda de la integración social sin exclusiones, en la singularidad de las regiones y hasta de los barrios; a ello y más se abocaron los españoles al finalizar el franquismo. Y sí, así sucede cuando cae un sistema totalitario, se aspira mediante diversas vías a restaurar el respeto a los derechos humanos, tolerancia a las diferencias, reconocimiento de la multiculturalidad, emancipación de la mujer tras una dictadura fuertemente masculina, súper masculina: mujeres adultas sometidas a su padre, hermano o esposo y que no podían estudiar, trabajar, viajar o tener cuenta bancaria sin el aval o consentimiento de éste; peor aún, no podían divorciarse bajo ningún concepto, así fuesen víctimas de violencia conyugal.
Hoy por hoy, la sociedad española se pregunta si su Constitución debe ser revisada y las autonomías reforzadas, cómo disminuir la violencia de género, cómo atender a los inmigrantes e integrar a los grupos vulnerables o históricamente marginales (los gitanos), cómo crecer y consolidar su economía en la sustentabilidad y protección del ambiente. El nuevo gobierno del presidente Pedro Sánchez plantea que la modernización debe tener a la ciencia (educación) como eje, que deben luchar contra todo tipo de desigualdad social “sobre todo de género” y ha integrado un gabinete de seis ministros y 11 ministras (Figura 1a y 1b), una de ellas, la vicepresidenta y ¡ministra de igualdad!
Dicho lo dicho, es claro que países como España buscan incorporar y consolidar las perspectivas de equidad de género, sustentabilidad y ambiente, respeto a los derechos humanos, multiculturalidad e internacionalidad (PLADE IM-UASLP). ¿Podrá lograrlo tras la feroz recesión económica que inició en 2008 y ha representado una disminución sostenida del estado de bienestar y, por lo tanto, de ciertos derechos humanos? Ojalá sí, pues esta ruta es la que se plantean diferentes naciones y se permea en sus instituciones, especialmente las académicas, ya que es en el seno de los centros de enseñanza donde se reflexiona, investiga y transmiten las perspectivas citadas.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos (Cuadro 1) cumplirá 70 años el próximo 10 de diciembre; su “edad adulta” puede ser la explicación del porqué no se incluyó el derecho a un ambiente natural sano, como lo recoge la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 4:
Toda persona tiene derecho a un ambiente sano para su desarrollo y bienestar
Este derecho se refuerza en algunos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ONU 2000), junto con la preocupación por la equidad de género:
- Promover [1] la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer
- Garantizar la sustentabilidad del ambiente
- Fomentar la asociación mundial para el desarrollo (sostenido)
No estáis aquí para rendir culto al conocimiento,
sino para ponerlo en tela de juicio
Universidad de Gotinga
Sabemos que los Objetivos de Desarrollo del Milenio no se están alcanzando tras 18 años de su formulación. Peor aún: sabemos, a veces sin empacho alguno, que el respeto absoluto a los Derechos Humanos no es tal, y que persisten atropellos y desigualdad en diversos ámbitos sociales, particularmente económicos y de oportunidades de desarrollo determinados por el origen social, de etnia o de género. Sí, pese a los avances científicos. Retomando a la filósofa Hannah Arendt (1906-1975) esto sucede porque los Derechos Humanos y los Objetivos del Milenio simplemente se proclamaron, no tuvieron una fundamentación filosófica: son un imperativo tras los horrores de las guerras mundiales tanto como por los problemas del modelo de desarrollo (no sustentable y de inequidad), respectivamente.
¿Cómo definir “humano” y por qué somos sujetos de derecho?
Por ejemplo, al comenzar a escribir este texto, lo primero que vino a mi mente es, ¿cómo definir “humano” y por qué somos sujetos de derecho? Por supuesto, hice tales preguntas a un amigo filósofo… y respondió: “no es tan fácil responder, te adjunto un texto mío que ojalá te sirva”. ¡Buen docente, buen filósofo: me obligó a reflexionar!
Así, los humanos debemos “volver a considerar” (que es el título del presente) vía la reflexión profunda y continua, el significado y valía de los “Derechos Humanos” y lo que subyace en los citados Objetivos del Milenio, una reflexión filosófica que se incorpore a nuestro ser y actuar y cuya finalidad sea práctica y cambie políticas, como lo sugería Karl Marx (1818-1883) y lo valoraban los griegos y latinos.
Mi amigo, quien me envío su texto y probablemente conoce a Hannah Arendt, lo propone de esta manera: Habría que someter lo que entendemos por igualdad, derecho, solidaridad (o justicia, libertad, etcétera) a un proceso continuo de verificación; verificar el significado de estas ideas en casos singulares (de clase, género, etnia o nación) reconociendo que para la idea de “derecho” o “justicia”, persisten “ausencias”: se trata de “partir de la inoperancia de los principios de justicia, de la vivencia del sufrimiento causado por la injusticia o desigualdad” o lo que para el filósofo Luis Villoro (1922-2014) es “fundamentación en negativo de los Derechos Humanos a partir de situaciones y de acciones concretas, una ética concreta que no se limitaría a promulgar normas generales sino a señalar injusticias particulares” (Mendívil 2015).
Se puede reflexionar, “volver a considerar” tantas veces como sea necesario sobre Derechos Humanos, equidad, equidad de género, multiculturalidad, sustentabilidad y ambiente Sí, es cuestión de animarse, pero además se necesita este ejercicio en una sociedad cambiante y la docencia lo permite, lo requiere, sea cual sea la clase que se imparta.
Derechos humanos
El ser humano es para el ser humano, sagrado
Seneca
¿Comenzamos por “Humano” o la condición humana para tratar de deducir por qué somos sujetos de derechos? Pero ¿cómo adentrarse? ¡Uy! Ciertamente, no por la definición biológica de Homo sapiens, pero sí con el hecho de que el ser humano, en cuanto nace, pertenece a una comunidad y establecerá conexiones con otras personas durante toda su vida, conexiones de evidente interdependencia; estas relaciones son guiadas por derechos y obligaciones. Interesante, si bien el Humanismo reconoce que derechos y obligaciones deben guiar las relaciones humanas, estas “pautas” para la organización social no son exclusivas de seres humanos, pues también las poseen otros primates y otros mamíferos, con claro efecto evolutivo, de supervivencia de la especie.
¿Comenzamos por “Humano” o la condición humana para tratar de deducir por qué somos sujetos de derechos?
Justamente estoy afirmando que tenemos derechos (y obligaciones) para asegurar la supervivencia del grupo, de la especie, de manera supraindividual. Más aún, tal supervivencia en un grupo de primates (bonobos, chimpancés, monos capuchino) u otros mamíferos (elefantes, delfines y ¡lobos!), requiere de capacidades tales como bondad, reciprocidad, compasión, solidaridad, empatía (neutral, pues también puede ser negativa [2] y no solo positiva como la simpatía), altruismo, ¡sentido de justicia! y manejo de emociones; capacidades que no son exclusivas de nuestra especie, ni producto del desarrollo de sociedades con legislaciones avanzadas, ni debidas a avances tecnológicos o de elevado poder económico, pero sí son conductas clave para el bienestar e interaccionar (Frans de Waal, 2011). Tal instinto “grupal” de supervivencia, se aprende imitando y jugando desde temprana edad, actividades realizadas por empatía o simpatía en un entorno de cooperación. Creo que ver el video del primatólogo Franz de Waal (1948) le permitirá adentrarse más simpáticamente a esta perspectiva. Para concluir, instaurar derechos (y obligaciones) son formas “meta-humanas” de relacionarse… ¡Uy! ¿no se siente muy mono? Y ¿cómo precisar “Derechos Humanos” si tal pareciera que muy humanos no son?
Puede ayudarnos a responder al rastrear el Humanismo. De raíces antiquísimas y asiáticas (p.e., Zoroaster o Zarathustra, cerca de 1000 años antes de la era actual) y del cual todos sabemos que “volvió a colocar lo humano en el centro” después de la oscura Edad Media. Además y comenzando con lo primero: el Humanismo renacentista hereda del Humanismo griego el sentido filosófico de lo universal, las leyes naturales y de la naturaleza humana, el conocimiento o “esencia del espíritu” (Heráclito, inspirado por Zarathustra) al servicio de la educación como proceso de construcción (contraria a “adiestramiento”), no individual sino de humanos gregarios pero autónomos: su ideal, la Paideia, humanos profundamente informados para la vida supraindividual de la comunidad, para ser político, poeta y sabio (Jaeger 1957).
El Humanismo es una ética de cooperación, que valora la educación, lógica y basada en la experiencia.
Segundo: en efecto, el Humanismo es una ética de cooperación, que valora la educación, lógica y basada en la experiencia, para lograr mejores humanos y condiciones; una educación no dictada por pedantes [3] (así llamaban los renacentistas a los Escolásticos aristotélicos) que nos hace humanos. De hecho, el Humanismo renacentista nació del estudio de textos escritos por humanos y no por dioses (los dioses griegos ni escribían); es decir, el Humanismo reconoce las creaciones de humanos que razonan… porque los humanos razonamos y escribimos y nos leemos, diferenciándonos por ello fuertemente de los otros animales: acumulamos y transmitimos conocimiento a través de lenguaje simbólico. Más aún, los Humanistas apelan a la razón para fundamentar juicios éticos y de conducta cooperativa para el bienestar. De hecho, el concepto de humano es laico, universal y democrático: lo que no hacen los dioses y se aplica a cualquier actividad humana. En consecuencia, la educación Humanista también es laica y universal y reconoce que no son “menos humanas” disciplinas como matemáticas o biomecatrónica que literatura o antropología.
Tercero: Humanistas griegos y renacentistas, poseen inconsistencia espiritual y ética al fundar sus modelos de educación, pues es un modelo tremendamente individualista, de respeto riguroso de la ley mediante el miedo al castigo, de educación exclusiva y diferencial para las élites (una minoría conservadora y acomodada) y con conductas sociales patriarcales (Jaeger 1957).
La igualdad
en el siglo XXI no debemos aceptar que
el lugar donde uno nace sea lo que determine las posibilidades en la vida …
Un reto de la humanidad es acabar con esta injusticia tan básica de que, si se nace en Europa o en Mozambique, la posibilidad de sobrevivir los siguientes 28 días es radicalmente distinta… (pobreza)
Pedro Alonzo
El primer artículo del Acta de derechos humanos (Cuadro 1) promulga que todos nacemos libres e iguales; de la libertad debemos hablar en otro texto; centrémonos en la igualdad que, en esencia es jurídica (Artículo 7), y se activa al promulgar derechos concretos: seguridad social (Art. 22), trabajo remunerado (Art. 23), descanso (Art. 24), nivel de vida “adecuado” (Art. 25), a la educación (Art. 26) y a participar y gozar de las manifestaciones culturales (Art. 27). Por supuesto, usted está invitado a reírse de esto… y luego llorar o enojarse; ello no sucede. Un policía que trabaja en la UASLP 12 h al día durante 6 días a la semana (a veces doblando o triplicando turnos, es decir, hasta 36 h sin descanso), sin derecho a seguro de vida, gana a la semana lo que un funcionario de alto cargo al día o menos tiempo; el policía tiene trabajo, es su derecho, y es remunerado, ¡faltaba más! pero, ¿puede ejercer los otros derechos citados en igualdad de condiciones y con el tiempo que lo amerita? Si esto sucede dentro de una universidad, pues… (finalice usted la frase).
La Ilustración francesa llevó a la primera promulgación de los Derechos del Hombre y los Ciudadanos.
Quizás el antecedente más cercano y conocido de la lucha por la Igualdad sea la Revolución Francesa (1789-1799), movimiento alimentado por los alegres y optimistas filósofos de la Ilustración (S. XVIII). En Inglaterra, la Ilustración fue un tanto cuanto más ingenua, si se permite el calificativo: creían, en positivo, en la naturaleza humana, en la sociabilidad para erradicar el egoísmo, el acuerdo común. A ellos le agradecemos las campañas altruistas… pero que desgraciadamente no modifican las causas de la pobreza. En Francia, lo que sabemos: la rebeldía social, que debía estar guiada en el racionalismo, hacer uso de la pedagogía para ilustrar a la sociedad entera y, por lo tanto, alcanzar una sociedad libre igualitaria y fraterna.. Por supuesto, la Ilustración francesa llevó a la primera promulgación de los Derechos del Hombre y los Ciudadanos (1789). Poco después hay una primera corrección a esta declaración… ¿adivinaron cuál? ¡Mh! La filósofa Olympe de Gouges (1748 -1793) redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791; Cuadro 2), una proclama completa de la universalización de los derechos humanos y tal vez el antecedente más antiguo del tercer Objetivos de Desarrollo del Milenio (recordando: Promover la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer).
Me parecer simpático retomar al primatólogo holandés Franz de Waal, previamente citado, quien expone que el sentido de justicia y de igualdad (equidad) está presente en otros primates, no solo en el ser humano. Sus conclusiones fueron criticadas por un filósofo, al afirmar que “los monos no tienen sentido de la equidad, pues la equidad fue inventada durante la Revolución Francesa”. A Franz le bastan sus investigaciones y nos propone recrear la filosofía “desde abajo”, estudiando a los animales (y no mediante abstracciones inventadas: dioses).
Referencias
[1] Mucho ojo: dice “promover” no “reconocer” ni “garantizar
[2] Empatía negativa, es, por ejemplo, la que experimenta un tirano, violador o torturador hacia su víctima, sin esta empatía no podría atacarle
[3] Pedante, o el que quiere ser admirado, del latín pedis (pie), se usó en Italia para referirse a los maestros que daban clases particulares; puede ser una deformación de “pedagogo”. Lo que Fernando Savater discute contra la “pedantería pedagógica” es que boicotea a la pedagogía, pues exalta el conocimiento que el profesor tiene sobre la necesidad docente de: transmitir gradual y pacientemente, estimulando de manera cordial, genuina y animosa a aprender, que inspira el gusto por el aprendizaje.
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