Los griegos abordaron con gran frenesí el estudio de la geometría, y es quizá por ello que fueron mejores escultores que pintores.
Fue en el Renacimiento cuando, después de varios siglos, se rescató el pensamiento griego en el arte y las matemáticas.
[blockquote author=”” pull=”pullleft”]La luz del estallido artístico de ese momento aún nos deslumbra.[/blockquote]
En el resplandeciente marco de ese momento histórico en Italia, convivieron maestros de una deslumbrante genialidad, y es entonces cuando se reconoce su calidad de artistas. La historia da cuenta de todos sus aportes, fueron los revolucionarios de su tiempo. La luz del estallido artístico de ese momento aún nos deslumbra.
“Se trató de una revolución ideológica, estética y moral, que presupuso un parteaguas frente al universo católico y místico, teocéntrico y dogmático, pasivo y especulativo, que había prevalecido durante la era medieval”, dice Héctor Cevallos Garibay.
Las artes nacieron con GIOTTO (1267-1337), él inició un cambio, después de la larga etapa de un feudalismo cuyo arte religioso poco tenía que ver con la belleza, gracias a que la iglesia prohibía la exhibición del cuerpo humano desnudo; en este momento histórico se retomaron los ideales naturalistas y de belleza provenientes de Grecia y de Roma.
“…si un pintor desea ver la belleza que lo extasía cuenta con el poder para crearla…
Quizá uno de los más grandes genios fue Leonardo Da Vinci (1452-1519), famoso como pintor, escultor, arquitecto, ingeniero e inventor, que iluminó con su genio toda esa época y a quien le cabe con mucha justicia la denominación de visionario. Él ensalzaba el ámbito infinito de su profesión con estas palabras: “…si un pintor desea ver la belleza que lo extasía cuenta con el poder para crearla… Si desea ver lo grotesco, lo risible o lo patético, será de ello amo y señor …cuanto existe en el universo -en esencia o en la imaginación- es primero especie de su mente, y después obra de su mano.”
La validez de lo dicho por este genio no tiene discusión, y puede avalar la siguiente anécdota ocurrida pocos años después de su muerte:
En el año 1528 nació en la ciudad de Verona, Italia, Paolo Caliari, que fue pintor y a quien se le conoce como “El Veronés”.
Junto con Tiziano y Tintoreto, “el Veronés” integró el triunvirato que con su trabajo, fundó lo que hoy se conoce como LA ESCUELA DE PINTURA DE VENECIA.
Si bien nació en Verona, toda su vida adulta la vivió en la hermosa ciudad de Venecia. Era un formidable pintor, pero su carácter pendenciero lo hacía tener constantes líos con la justicia.
En una ocasión, por la fama que había conquistado con su trabajo y su gran calidad, se le contrató para pintar un mural de grandes dimensiones (5×12 mts.) con el tema de LA ÚLTIMA CENA. Un tema sagrado para los creyentes cristianos y pintado ya en ese momento por varios artistas.
Se puso a trabajar con su equipo de ayudantes y después de un tiempo, lo terminó.
En el mural aparecen, además de Jesús y sus doce apóstoles sentados a la mesa, una treintena de personajes invitados a la cena. Aparecen soldados alemanes visiblemente borrachos, algunos moros, un bufón con un papagayo, un ciervo con sangre en la nariz y hasta un perro deambula por ahí; cuando se los mostró a quienes eran sus clientes, a éstos no les gustó en absoluto. El escándalo fue mayúsculo, fue acusado de herejía debido a sus irreverentes planteamientos y fue aprehendido y llevado ante el temido Santo Tribunal de la Inquisición.
Caliari se vio obligado a dar explicaciones, pero aprovechó aquella circunstancia para afirmar cándidamente su profesión de fe artística y éstas fueron sus palabras: “…nosotros, los pintores, nos tomamos la licencia que se toman los poetas y los locos…”
Y preguntado por la identidad de los presentes en aquella cena, respondió diligentemente:
“…creo que estaba Cristo con sus apóstoles pero, si en el cuadro me sobró espacio, yo lo adorné con figuras, según mi imaginación…”
Los jueces guardaron silencio, sin duda es una buena autodefensa para un pintor.
Sólo imaginemos por un momento una ligera sonrisa escondida en el severo rostro de alguno de aquellos astutos sabios e implacables jueces…
Fue absuelto.
Pero ¿qué decía en el fondo el Veronés?
Lo que para unos fue una irreverencia, para él fue un grito de libertad.
Defendía la libertad del artista, lo que para unos fue una irreverencia, para él fue un grito de libertad de la imaginación, ya que el arte es el universo de la imaginación y de la libertad del ser humano. La pintura es una evocación simbólica de la naturaleza y lo real. Puesto que el arte no es otra cosa que una abstracción, es soñar de nuevo el mundo.
Los pintores en el renacimiento investigaron y descubrieron la máquina que es el cuerpo humano y la pintaron con vigor y solidez; esto es, los apasionó el estudio de la anatomía, pero también dedicaron la misma pasión al estudio de la perspectiva.
El Veronés finiquitó las cosas, simplemente le cambió le título al mural y santa paz. C2
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Lourdes Brambila -
Maestro como siempre brillante y claro su planteamiento sobre la libertad creativa del artista.Por otro lado aprendí de la vida del Veronés.